Se ha vuelto tan banal el hablar de buenos
sentimientos y cuestiones positivas que la sola idea del concepto “felicidad”
me parece repugnante. Sin embargo también es cansado hablar de vacíos, angustias
y ansiedades existenciales por más divertido y trascendental que estas puedan
sonar.
El pasatiempo de un escrito entonces se transforma
en un capricho personal de jugar con palabras sin color para cargarlas de
imágenes y geometrías emocionalmente divertidas. Hay días (más bien noches) que
prefiero olvidar como escribir y simplemente teclear cualquier sensación que la
música emule a través del semi-estático aire de mi habitación.
La imagen del romanticismo ambiguo es una de
esas ideas entretenidas con las cuales todos podemos jugar. Tanto yo como
escritor como ustedes como lector. ¿Acaso todos sus amores son explícitos? Ni
siquiera la palabra tiene significado tangible, ¿quién me podría culpar
entonces de ser poco claro cuando invento anécdotas y alegorías de emociones
incomprendidas? La imaginación, cuando se confunde con memoria, es una delicia
existencial.
También podría hablar de la diferencia entre
los colores y su contraparte imaginario de destellos en la oscuridad de nuestra
mente. ¿Hay lugar más aterrador que el interior del psique humano? Ni un millón
de geometrías iluminadas serían suficientes para alumbrar los árboles de los
abismos que habitan en nuestro interior.
Otras veces se antoja hablar de virtudes que ya
solo se asumen como fantásticas. Héroes y villanos guiados por moralidades
incomprendidas e incomprensibles. El idealismo llevado en acción irresponsable
siempre emociona; especialmente cuando olvidamos implicaciones más allá de la
estética de una muerte gloriosa.
Hablar de emociones como si fueran fantasmas
tiene también su toque de elegancia. Generalmente esos párrafos fluyen como la
música; pues su composición es tan orgánica como las estelas que dibujan las
estrellas fugaces. De inmediato nos acercamos peligrosamente a la desdicha de
los poetas. ¿Acaso existen ritmos alegres en los versos exagerados?
¿Será simplemente que estoy aburrido y de
momento confundo inspiración con la sola inquietud de llenar el tiempo con algo
que asumo como valioso? También podría hablar de la ilusión del tiempo y
destruir este texto sobre el peso de su sola ironía…
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