Saturday, May 19, 2012

Los ofendidos


La contienda electoral para elegir a nuestro presidente se está desarrollando en un momento histórico muy diferente al que teníamos el sexenio anterior; aunque los candidatos parecen aún no comprenderlo.

Las campañas siguen siendo huecas simplificaciones de la realidad del país. Día con día se nos bombardea con “spots”, espectaculares y panfletos que reducen la elección a un ejercicio meramente publicitario. Pareciera que la administración de la nación y el concepto mismo de democracia se nos vendiera como un producto de consumo más.

La gente; sin embargo, ya se está cansando de comprar política como si fueran refrescos y exige con hartazgo justificado una cara más real de lo que acontece en México. Los estudiantes de este 2012 son el ejemplo más claro y contundente de ese reclamo. La premisa es simple: se exige el panorama completo, los tonos de gris, la memoria histórica y sobre todo, el costo político para partidos y candidatos.

A los políticos se les reprueban sus actitudes anti-democráticas, manipulación de información, engaños, mentiras, cinismo, populismo, vínculos criminales, incompetencia, superficialidad, lealtades escondidas y su poco interés real por cambiar la precaria situación del país. Pero al parecer el evidenciar la falta de coherencia y compromiso de los partidos políticos raya en una actitud intolerante.

De inmediato nos inundan olas de comentarios, editoriales y opiniones de marionetas al servicio del arcaico aparato político con discursos sobre “odio”, “ofensas”, “injurias” e “intolerancia” a nuestros cínicos políticos. Se menoscaba la indignación ciudadana al invalidarla por ser un tanto áspera para la delgada piel de nuestros aspirantes al poder.

¿Pero dónde estaban todos esos “líderes de opinión” cuando durante décadas el país y su población han sido injuriados, ofendidos y burlados no solo con palabras; sino con acciones por estos mismos demagogos? ¿Qué acaso la represión de libertades, el engaño sistemático, el enriquecimiento propio y el empobrecimiento del país no son actitudes de odio? Al parecer el hundir a México no justifica reprimenda alguna y el indicarlo no tiene cabida en el ejercicio electoral.

El reclamo y el insulto caben en el discurso democrático desde el momento en que el debate es inexistente por superfluo. Se ataca a los candidatos y a los partidos porque esa maquinaria nos ataca como población al burlarse del concepto de democracia y dejar todo, como siempre, en una danza retórica vacía. Pero en México los ofendidos son los políticos y la lista de lo absurdo se engrosa cada día más.

Saturday, May 5, 2012

La voluntad del pueblo


La palabra “democracia” es un concepto bastante escabroso en su definición y, por supuesto, en las implicaciones que conlleva. Su significado ha sido tan prostituido que hoy por hoy se antoja como una palabra vacía y generalmente propagandística. Tristemente su ejercicio, por lo menos en México, ha ido en esa misma dirección.

Cuando el discurso se empieza a vaciar de significado es normal que las acciones que desencadenan de él también comiencen un progresivo proceso de degeneración y desgaste. Solo hace falta salir a la calle unos cuantos minutos y darnos cuenta de que la campaña política más importante del país no es más que una reducción mercadotécnica.

No es sorprendente entonces que cuando el progreso del país se vende como un producto de consumo, otros eventos con mucha más experiencia en el manejo publicitario y la apelación al público capturen medios, recursos y atención de manera mucho más efectiva.

Caso evidente de ello es el debate presidencial del día domingo 6 de Mayo, el cual se verá en la penosa necesidad de competir por rating con la “grandiosa” liguilla del fútbol mexicano; un evento que por tradición rivaliza con los más fuertes fanatismos religiosos. Los libertarios no tardarán en defender el supremo derecho de auto-gestión de nuestras televisoras para programar lo que quieran cuando se les venga en gana. Otros tantos simularán escándalo ante la poca cooperación de estas mismas empresas para promover un ambiente “democrático”. Algunos más solo pensarán en la lastimosa participación del IFE en su rol como supervisores del teatro electoral.

La verdad es que incluso si no tuviéramos programado ningún evento deportivo en esa fecha, no sería arriesgado afirmar que el porcentaje de la población con la paciencia para escuchar debrayar a cuatro candidatos con limitada elocuencia sería muy reducido. Ahora imaginemos la fracción de ese porcentaje que sacaría algún enunciado crítico relevante sobre tal ejercicio.

El debate es algo místico e idealizado, un evento que independientemente de su formato ligeramente arcaico, presenta muy poco para el votante moderadamente informado. La razón de ello es que el fondo de las campañas es prácticamente inexistente, de manera que el debate sobre la misma superficialidad de forma se antoja más como un espectáculo más del teatro del absurdo que como un verdadero foro de discusión.
El binomio de televisoras y partidos se extrapola a un círculo vicioso que, cuando se dan casos como el del domingo, es muy evidente observar su funcionamiento. Las campañas son actos mediáticos, los actos mediáticos tradicionales son más populares, el contenido de ellos re-afirma la vacuidad crítica del electorado y de ahí “pal real”.

El IFE y el mismo Estado intentan vender la idea de que un debate es la panacea democrática de la carrera presidencial. Se coloca entonces a los medios como el enemigo de la democracia y las argumentaciones de “libertades” sociales y políticas encontradas se pierden en un limbo de irrelevancia. La cuestión aquí es que todo sigue dentro de ese mismo esquema de política simulada en el cada seis años se nos hace creer participes de un maquinaría de la cual perdimos el control hace mucho tiempo ya.

Tuesday, May 1, 2012

Las estrellas dentro de nosotros


Sentarse a escribir después de mucho tiempo sin hacerlo es muy parecido a tomar el lápiz aquel primer día de clases después de vacaciones de verano y darte cuenta de lo horrible de tu caligrafía. En ambos casos hay un mensaje que expresar detrás de una imperfecta estética producto de la falta de práctica.

Desconozco los mecanismos que interiormente mi cerebro pone en marcha para determinar qué y cómo escribir algo. Es más caótico de lo que uno pudiera pensar y, en parte por concesión mía, un procedimiento bastante irregular; tanto en dirección cómo ejecución. Aquí parecería un buen momento para ligar el proceso creativo descrito con mi realidad inmediata, creando una alegoría un tanto exagerada sobre temas de los que solemos abusar como entes degeneradamente individualistas que somos.

Todos hablamos de sentimientos, dirección, sueños, propósito, libertad, amor y “n+1” diferentes conceptos que agotan su profundidad en simplificaciones y mal interpretaciones fruto de nuestra irresponsabilidad para expresarnos. Es confuso definitivamente, que cuando te alejas un poco para intentar observar lo concreto de tu realidad nublada por una subjetividad enferma y exagerada, te das cuenta de lo deliciosamente irrelevante de este mundo… este mundo que has llamado tuyo.

El Universo por otro lado sigue siendo trascendente por definición y completo a pesar de su infinita cantidad de fragmentos. Llega entonces un  sentir que oscila desde lo más profundo de la tranquilidad y relajante melancolía del vacío hasta la frenética y volátil furia de la más imperiosa desesperación.

Y aquí hay dos opciones básicamente. La primera consiste en afrontar el cúmulo de contradicciones que los sentimientos presentan en su ilusoria irracionalidad o someter el alma a un constante aturdimiento producto de una falsa esperanza de que la relevancia existe y tan solo hay de encontrarla. En ambos casos la acción representa una prisión; pues al final lo que falla es la capacidad de entender el hecho trágico de la nada como concepto y la necia intención de llenar un agujero sin fondo con migajas.

Lo verdaderamente reconfortante es el darte cuenta que la felicidad nada tiene que ver con todo esto; y en segundo lugar, que no solo compartimos composición con las estrellas; pero también procesos internos de existencialismo mal enfocado.