Sunday, April 6, 2008

“Que dolor, que dolor, que pena”

Así es. Uno piensa que esas cosas no le sucederán a uno, pero ¡BAM!, la vida es cruel y te cachetea con vagos y gnomos pandilleros. Lo que estoy a punto de redactar es una historia desgarradora y real. Llena de drama, suspenso y VERACIDAD.

Espero que después de leer este triste episodio de mi vida puedan entender al terrible dolor que me aqueja. Me imagino que varios de ustedes han notado la ausencia de nuevo contenido en el blog desde hace ya tiempo. Podría excusarme con un sinfín de razones, pero he preferido contarles la cruda verdad.


Todo empezó en la pasada Semana Santa. El martes, como es costumbre en mi reino, salí a pasear y esparcir la buena vibra en los barrios bajos de la ciudad. Estaba yo caminando tranquilo en las agradables calles de la colonia “Niño Artillero” cuando de repente un joven se me acerca y me dice:

“Los niños no van a la guerra”

Con una benévola sonrisa me dispuse a contarle al joven de la historia de Mambrú, la guerra y como todos tenemos un pequeño niño artillero dentro de nosotros. Cuando termine de contar las inspiradoras hazañas de Mambrú, me di cuenta que el pequeño niño y yo estábamos rodeados de gnomos pandilleros.

El líder de los gnomos, Pablo McGee, nos amenazo con su puntiagudo sombrero rojo. Obviamente, al ver la negativa actitud de los gnomos y sus vestiduras con motivos violentos, trate de tranquilizarlos con el milenario baile de la victoria.

Al buen McGee no le pareció graciosa mi maniobra; y una fracción de segundo sus gnomos estaban sobre mí; golpeándome con sus frondosas barbas. Al no encontrar como defenderme, sucumbí ante el hostil avance de los gnomos, quedando inconsciente al poco tiempo.

Cuando desperté, me encontraba en una casa abandonada, con nada más que 2 pesos en mi pantalón. Que fue en realidad algo positivo ya que esos dos pesos no los traía originalmente. Estaba desorientado y débil. Pero al poco tiempo, los tres fantasmas de la navidad aparecieron ante mí y me invitaron a un torneo amistoso de Texas Hold’ em.

Después de algunas horas de juego pude ganar suficiente dinero para comprar un ala delta. Al ver la tormenta de viento que azotaba Monterrey ese día, me di cuenta que era el momento ideal para estrenar mi nueva adquisición.

Todo ese día sobrevolé el área metropolitana rescatando inocentes de las garras del viento. Las cosas iban bien hasta que me di cuenta que mi blog ya no estaba en mi cartera. Asumiendo que Pablo McGee y su pandilla me lo habían quitado volví a las pacíficas tierras de la colonia “Niño Artillero”.

Para mi sorpresa, al llegar a la guarida de McGee, después de atravesar el gran laberinto de hielo y los cuatro desafíos del César; el líder de los gnomos era el pequeño niño que no quería que los demás chamacos fueran a la guerra.

Su nombre era… Mambrú

Me dijo que al volver de la guerra, su hogar había sido devastado por los países del eje y que no le quedaba nada ni nadie. Por ello, decidió poner en su cuerpo en crio estasis hasta el día de hoy. Ahora, la energía de vida de los blogs y su ejército de gnomos construirían un mundo en dónde todos los niños tuvieran que ir a la guerra.

A pesar de que estaba sorprendido, entendía la angustia de Mambrú y su necesidad de desquitarse con el mundo. Pero mi blog estaba secuestrado y tenía que actuar.

Para no hacer el cuento largo, las últimas tres semanas eh estado librando una guerra contra los gnomos de Mambrú. Gracias a mi ejército de ninjas, el resultado final parece que será a nuestro favor. Hoy nos anotamos una victoria más al recuperar a mi blog de las manos de esa villano. Pero fue solo una batalla.

Mañana comenzaremos el avance final hacia el cuartel de Mambrú en Apodaca. Esperemos que la suerte este con nosotros.