Wednesday, February 5, 2014

Estamos donde están los sueños

Se ha vuelto tan banal el hablar de buenos sentimientos y cuestiones positivas que la sola idea del concepto “felicidad” me parece repugnante. Sin embargo también es cansado hablar de vacíos, angustias y ansiedades existenciales por más divertido y trascendental que estas puedan sonar.

El pasatiempo de un escrito entonces se transforma en un capricho personal de jugar con palabras sin color para cargarlas de imágenes y geometrías emocionalmente divertidas. Hay días (más bien noches) que prefiero olvidar como escribir y simplemente teclear cualquier sensación que la música emule a través del semi-estático aire de mi habitación.

La imagen del romanticismo ambiguo es una de esas ideas entretenidas con las cuales todos podemos jugar. Tanto yo como escritor como ustedes como lector. ¿Acaso todos sus amores son explícitos? Ni siquiera la palabra tiene significado tangible, ¿quién me podría culpar entonces de ser poco claro cuando invento anécdotas y alegorías de emociones incomprendidas? La imaginación, cuando se confunde con memoria, es una delicia existencial.

También podría hablar de la diferencia entre los colores y su contraparte imaginario de destellos en la oscuridad de nuestra mente. ¿Hay lugar más aterrador que el interior del psique humano? Ni un millón de geometrías iluminadas serían suficientes para alumbrar los árboles de los abismos que habitan en nuestro interior.

Otras veces se antoja hablar de virtudes que ya solo se asumen como fantásticas. Héroes y villanos guiados por moralidades incomprendidas e incomprensibles. El idealismo llevado en acción irresponsable siempre emociona; especialmente cuando olvidamos implicaciones más allá de la estética de una muerte gloriosa.

Hablar de emociones como si fueran fantasmas tiene también su toque de elegancia. Generalmente esos párrafos fluyen como la música; pues su composición es tan orgánica como las estelas que dibujan las estrellas fugaces. De inmediato nos acercamos peligrosamente a la desdicha de los poetas. ¿Acaso existen ritmos alegres en los versos exagerados?


¿Será simplemente que estoy aburrido y de momento confundo inspiración con la sola inquietud de llenar el tiempo con algo que asumo como valioso? También podría hablar de la ilusión del tiempo y destruir este texto sobre el peso de su sola ironía…

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