Sobre “Amor”, la palabra

¿Quién soy yo para dar consejos? Y más aún… consejos de AMOR… uhhhhh el amor…. Uhhhhhh….

Una palabra divertida sin duda; significa tantas cosas diferentes y sin embargo… nunca pierde ese toque de trivialidad. Al menos para mí, la palabra “amor” es una terrible idealización color de fresa (sí de donde me lee no hay fresas y jamás en su vida ha visto una, le recomiendo hable con su amigo importador de frutas más cercano y le pida unas cuantas, son muy muy ricas).

Yo sé, yo sé… mi mediocre dominio de la palabra escrita hace que todo esto parezca una insulsa queja mas, en un mundo donde la gente hace solo eso (y donde de paso se creen expertos al hacerlo). Pero no. No se trata de eso. No esta vez.

Es simplemente la palabra (“amor” para los que tienen corto intervalo de atención). No me refiero al concepto, ni a su importancia, ni al mínimo o devastador impacto que haya tenido en tu vida. Es una palabra realmente común (y a veces corriente); sin embargo sobre ella se cierne una extraña sensación de importancia… de seriedad... de fantasmagórico respeto. Es misteriosa y sin duda da un poco de miedo. Representa tanto y a la vez es tan poco; que ya ni siquiera sabemos cómo utilizarla.

Algunos la prostituyen como una moneda de 1 peso y otros se pierden en una insana adoración de sus ilusorias implicaciones. Usada generalmente en contextos románticos, hay gente que pasa su vida sin dormir cavilando sobre su significado. Mientras que otros agotan su existir mal interpretando lo que pudiera, en su caso, representar.

¿Y a que va todo esto? Va a donde van muchas cosas. A ningún puto lado. ¿Realmente pensaste que llegaría a una conclusión relevante? No, para nada… claro que no estoy enojado. Al contrario, I’m in my ever jolly mood. Pero pues esto es un post más y ya.

I kid I kid… continuémos…

Les mentí. Esto sí es una queja. La verdad (oh la ironía) les miento más seguido de lo que estoy dispuesto a aceptar (o tal vez solo lo anterior sea mentira… oh el misterio). El chiste es que me es imposible hablar únicamente de la palabra “amor” como tal sin tomar en cuenta todo eso que dije que no tomaría en cuenta. Todo el chiste del “amor” es su significación; en esta vida de nosotros oh tan posmoderna.

Y entonces… ¿qué significa para mí? ¿En qué punto de la gráfica me encuentro? Bueno… ahora que lo pienso jamás me lo había llegado a preguntar con este grado de detalle. Pero aquí estamos en confianza y ahora que me lo pregunto pues de una vez me lo contesto.

El “amor” como tal… es divertido. Así es. Tal vez no sea la mejor persona para definirlo; pero realmente… ¿quién lo es? El amor es un sentimiento tan PERO tan individual y sin embargo, en un sistema donde lo diferente es problemático, hemos logrado (si de logros se puede hablar) estandarizar su interpretación de forma realmente espeluznante.

Hoy en día puedes ir a ver alguna patética excusa de comedia con sus aún más patéticos tintes de romance* y escuchar suspirar a todas esas capas huecas y vacías de seres humanos que creen entender de que se tratan las relaciones interpersonales. Y no me malentiendan; a diferencia de algunos no quiero caer en el error de “sobreestimar” el “amor” con una concepción seria y trágica de lo que implica. No me podría importar menos la verdad. Aquí lo que me causa conflictos es como algo tan “indefinible” ahora carece de cualquier tipo de diferenciación.

La palabra (y todo lo que va detrás) hoy por hoy no es más que un triste y homogéneo producto. “Oh el amor es cruel. “Ah, el amor no existe”. “Uh, el amor se encuentra ahí para todos”. “Rigo es amor” (He sure is!). No es culpa de nadie (que es lo mismo decir: es culpa de todos) pero no por nada tenemos a un montón de “mujeres” arriba de los 20 años obsesionadas con un vampiro adolescente mercadeado para niñas en la pubertad. No es coincidencia que estupideces como “tu frase from The Ugly Truth” sean un éxito rotundo en facebook.

Día con día vemos muchachitas atormentadas porque están “solas”, machos “alfa” categorizando sus conquistas en listas de dos o tres elementos, chicas en espera de un ficticio concepto de hombre y hombres obsesionados con estúpidas coincidencias que albergan su frágil y endeble concepto de amor. Y lo peor de todo es que refleja una alarmante carencia de sentido común mucho más allá del ámbito “romántico”. Un problema se degradación intelectual (en el sentido más conciso de la palabra) y la exaltación de un “individualismo fantasma”, donde solo imaginas que eras único e irrepetible; pero donde para el mercado no eres más que un triste número más. Y créeme… ellos saben lo que tú, como número, necesitas.

*Aquí quisiera recalcar que esto nada tiene que ver con las obras del gran Maestro Hugh Grant. Enorme Hugh Grant…