Tuesday, February 5, 2013

Hikuri


En una calle poco transitada de Real de Catorce, tras un breve viaje al desierto de Wirikuta.
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Antes de desarrollar de forma más clara mis ideas y revelaciones en torno a mi concepción del Universo voy a plasmar brevemente lo más importante para no perderlo de vista más tarde.

“Nothing is wrong, everything is on track”

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Nada es fortuito, al menos no en su generalidad de existir
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Hemos pedido el nacer, somos la voluntad actual y real del existir.
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El Universo quiere existir, por eso todo es, desde las rocas hasta las almas.
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Todo, por el solo hecho de ser, tiene una voluntad hacia la existencia.
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Esta voluntad puede no ser consiente en su particularidad; pero lo es en su colectividad.
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El tiempo es un demonio con rostro de mujer y de momento no sé cuál es su lugar en el todo. Desconozco su propósito.
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Quiero ser mensajero de la naturaleza; es la única forma en la que puedo pagarle por todo lo que me ha dado.
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Para ello requiero ser humilde; no solo en intención; pero en plena conciencia.
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No se puede respetar a la naturaleza sino se respeta al cuerpo propio; pues somos naturaleza.
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Me di cuenta que he sido insensato. He sido arrogante en esa misma pretensión de mensajero. He querido experimentar demasiado sin importar el sacrificio interno; y cuando no se vela ni siquiera por uno mismo no se puede velar por los demás, por el todo. Es la forma última de egoísmo: la arrogancia.
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Ahora describiré brevemente mi experiencia:

Al principio solo me sentí más tranquilo, en parte porque sabía que al menos había hecho la parte instrumental de lo que me había propuesto a experimentar. Es, digamos, parte de la viciada estética de los tiempos en la cual la significancia recae meramente en el acto en sí y la imagen de uno mismo realizando ese acto. Lo más banal de la forma. La tranquilidad también podría atribuirse a un ligero cansancio que se apoderaba de mí.

Un par de horas después me empecé a sentir más ligero y un poco más contento. Salí a caminar y entré a una iglesia; vestigio antiguo de mis viejas creencias espirituales. Aún le tengo mucho respeto a la fe católica; pues como el resto de las religiones que desconozco, su esencia puede ser explicada y comprendida desde el mismo panteísmo universal que ahora profeso. A su vez, esto lugares mantienen un cierto grado de virtud sagrada.

Llegué a la capilla del Santísimo, dónde a pesar de que ya no albergo la concepción católica de Dios; siempre la he sentido como un lugar sagrado y poderoso. Recé un poco, como aún lo hago a veces, cerré los ojos y aunque de inicio me sentí bien; pude sentir un cierto flujo de angustias. Las vi también en rostros muy difíciles de reconocer en la oscuridad de mis ojos. Al principio pensé que eran reflejo mío solamente; pero más adelante comprendería que estaba sintiendo el mismo flujo del todo. Es obvio que ese flujo no es ajeno a su tiempo ni a su espacio.

Salí y seguí caminando. Todavía no tenía mayores revelaciones pero quería encontrar un lugar para escribir y escuchar música. Hermosa música. No encontré tal lugar pues el café estaba lleno de gente y ruido. Seguí caminando. Caminé mucho, hasta dónde pude sentirme solo. Llegué a unas ruinas del lugar con hermosa vista a los barrancos cercanos. Ahí me di cuenta que el sentido del oído se había agudizado bastante. Así mismo los sentimientos de tranquilidad, felicidad, miedo e incertidumbre; todos en el momento de ser sentidos eran un poco más agudos de lo normal.

En ese momento entendí, o más bien reafirme mi deseo de llevar el mensaje o hacerlo más evidente para todos. Nuestra colectiva voluntad de existir y las diferentes formas en las que se manifiesta. Aquella frase que ya había experimentado antes:

“Somos uno solo, pero no uno mismo”.

Volví al hostal a recostarme un poco y escuchar música (Shpongle). Antes de llegar me encontré a Motoi. Cuando hablé con ella me di cuenta que estaba un poco fuera de mí. Creo que ella lo notó también. Cuando cerré los ojos y empecé a escuchar música todo cobró sentido. Me sentí (y me siento) genuinamente feliz. Canciones que he escuchado cientos de veces ahora resonaban con detalles que no había percibido jamás. La música guiaba espléndidamente el viaje. Vi nuevamente los rostros fantasmagóricos; pero ahora había también rostros alegres. Los había de todo tipo.

Progresivamente fui teniendo una lluvia de imágenes que me hicieron entender que estaba experimentando de forma leve el flujo colectivo de conciencias. Desde lo más mundano hasta lo más sublime; todo estaba ahí. Vi rostros conocidos, desconocidos, de niños, de ancianos, sonrientes, angustiados, felices y tristes. A la par visualmente: montañas y una cascada de polvo color esmeralda. Una cascada de la esencia de hikuri. Vi muchos colores; también vi algunos entes no precisamente humanos.

Debo aclarar que todo esto se observaba dentro de mi imaginación y no como alguna alucinación. Eran imágenes como las que veo siempre al cerrar los ojos, aquel soñar despierto. Simplemente expreso aquí las imágenes de ese momento pues además de que tenían mayor intensidad, creo son relevantes. Así como los rostros; yo también me sentía alternadamente contento y angustiado de forma muy leve. En un punto sentí que veía cosas pasadas y cosas futuras; reafirmando que todo es atemporal.

En un punto de la canción “I am you” hay una voz que hace referencia a cómo su abuela estaría decepcionada al ver lo mucho que había consumido. Recordé entonces que mis amigos tuvieron conversaciones similares en el desierto hacia algunas horas. ¿Por qué volvemos recurrentemente a nuestras madres y abuelas?

En ese bello flujo también pude escuchar a mi cuerpo y entendí lo que mencionaba sobre la humildad y cómo por arrogante lo he maltratado. Antes de esa revelación pensaba que el leve malestar estomacal que sentía era por mi falta de respeto a hikuri; sin embargo él simplemente quería que me diera cuenta de ello. En esa falta de humildad es dónde recaí mi falta de respeto al desierto; aún y que conscientemente había tratado de ser lo más respetuoso posible.

Volvía a entender, de manera diferente, que mi cuerpo es solo una extensión del todo; separado solo en apariencias:
La de lo temporal
La de lo espacial
La de la individualidad del alma

Han pasado ya varias horas y para la poca dosis que consumí no sé si pensar que aún hay camino por recorrer o no; pero si sentí la urgencia de salir y en solitud, transcribir esto. Y también tengo muchas ganas de compartirlo.

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