Monday, January 7, 2013

Luces


Desde el elevador de aquel hospital se podía observar una vista maravillosa. Caía la tarde y un centenar de luces adornaban el horizonte de la ciudad. Es gracioso, nunca había hecho conciencia de los cientos de colores que se pueden observar al caer la noche; pero, ¿qué es esto sino una imagen más? No siento nada, ni alegría, ni tristeza; simple y llanamente estoy ahí, a merced del tiempo.

Llego al noveno piso y de la nada, un re-encuentro inesperado. Mi mente salta de inmediato años atrás a un evento similar. Las mismas personas pero en la parada del autobús. En aquel momento me preguntaron sobre la cruz que traigo en el llavero. Quien pregunta de ella es porque sabe lo qué representa, a qué santo pertenece y qué mitos tiene detrás. Saben de ella más de lo que yo jamás sabré. Preguntan para hablar, para contestar ellos mismos sus preguntas. No hay mucho de que hablar, no sé con qué grado de afectuosidad o alegría deba comportarme. Desconocidos con nombre. Con ojos bellos y un nombre. 

Es un día gris. La muerte sigue dando vueltas en mi cabeza y yo aquí, en un hospital. Pero aquí la gente no viene a morir. Se rehúsan a hacerlo. Otra imagen. ¿Es tan diferente el morir del nacer? Cuando se nace se renuncia involuntariamente a la eternidad de manera momentánea; cuando se muere, se elige –tal vez- el volver a ella. No hay nada antes, no hay nada después. Todo está aquí.

Voy a pagar por bienestar. Un laberinto de consultorios. Torres de marfil, imperios de un mercado que ni siquiera debería de existir. Se siente un vacío y se respira un aire de inquietud. No se escucha nada, pero no se está en silencio. Entro y comienza un ritual. Lleno mis datos, espero mi turno, pienso en la nada. En recepción, una desconocida más. Con ojos bellos y sin nombre.

Él me recibe sin saber quién soy. Un paciente más con otro padecimiento genérico. ¿Qué tan cerca habré estado de la muerte? ¿Qué tan cerca he estado de la muerte? ¿He estado acaso cerca de la muerte? Aquel día tal vez. El dolor no deja morir. A él le interesa ser sentido y experimentado, aunque sea por un instante. La muerte no tiene dolor. El dolor no precede a la muerte.

Me pregunta muchas cosas, irrelevancias y estupideces. ¿Será mi cara de niño? Se dice obsesivo y asume, por mi apariencia, que comparto su triste delirio. Me obsesiona la insignificancia –tal vez-.  Platica más de él que de mí. Algo le respondo y entonces me trabo en la frase “cartera de….” ¿Clientes? Aquí no se les llama así, aunque en efecto y fondo sean lo mismo. Al final, con cierto nivel de reluctancia, me da una cita abierta. No entraré a su “cartera” pronto.

Me voy pensando en su escritorio, en su oficina. Una imagen más. ¿Qué jerarquía tienen las imágenes sobre las palabras? ¿Son acaso más reales? Siempre se me han antojado vacías. ¿Así visualizó él su vida? Las imágenes es lo que tenemos para llenar memorias y crear ilusiones. Es la realidad que le contamos a nuestra mente. Las creamos a partir de sensaciones y sensaciones son lo que producen. Aún no lo comprendo.

El camino de regreso al coche es casi en automático. Lo enciendo y me encamino a una Iglesia. El ritual de hoy sería vacío. No llegué a tiempo. En la entrada, más y más re-encuentros. Estaba listo porque ya lo había vivido en el hospital; pero muchos de ellos siguen siendo desconocidos. No entiendo esta imagen. No hay sensación alguna. ¿Qué significa todo esto? Ese es el problema… que me veo forzado a buscarle significado. No hay tal cosa. Eso no existe. ¿Sólo existen las imágenes? Tal vez. El Universo es una fotografía, un instante. Es un momento de momentos. Ese mismo en el que decidió dejar de ser uno solo y se convirtió en infinidad de uno mismo.

0 comments: