Wednesday, July 27, 2011

Hablar por hablar

Mi madre, en su particular sabiduría, siempre me decía “Si no tienes nada bueno que decir, es mejor quedarse callado”. En esta frase de conocimiento popular el adjetivo “bueno” nunca fue sinónimo de positivo; pues hay muchas cosas “malas” que tienen que ser dichas. Cómo yo he adoptado el dicho es más bien como una invitación a no decir estupideces. Sin embargo este mensaje parece no haber marcado a muchos de nuestros funcionarios públicos que prefieren hablar antes de realmente meditar sus palabras y las consecuencias de éstas.

Para esto tenemos dos ejemplos bastante recientes. El primero es cortesía del secretario de la Marina Francisco Saynez, quién asegura (léase “de estar seguro”) que los criminales utilizan a organizaciones ciudadanas para manchar el nombre de las instituciones con la bandera de los derechos humanos. Lo anterior puede que sea o no válido; pero lo de hoy es asegurar sin nombres, pruebas ni datos.

De lo que si tenemos datos por parte de organizaciones como Amnistía Internacional, la CNDH, la Corte Interamericana de Derechos Humanos e incluso la ONU es que las violaciones a derechos humanos en México han ido en aumento como resultado directo del obrar castrense. Una institución que si bien es bastante respetable se encuentra lejos de ese ideal de honor, pulcritud y firmeza que sus líderes pretenden evocar como cuentos de hadas en pleno siglo XXI.

Entonces yo me pregunto si estas “organizaciones ciudadanas” (reflejando las comillas la misma vaguedad a la que apela el secretario) que denuncian estos excesos están “manchando” la reputación de las instituciones o solamente llamando la atención a un hecho real que requiere acción.

Si lo vemos desde la otra perspectiva a mi me parece que es el mismo Saynez quién mancha la reputación de estas organizaciones civiles al acusarlas, sin ningún tipo de prueba, de trabajar en cooperación con el crimen organizado. Y esto es grave desde el momento en que se le pretende quitar credibilidad (y por ende poder) al sector ciudadano que, hoy por hoy, parece ser el único lugar de dónde pueden surgir acciones y soluciones sensibles a los problemas que aquejan al país.

La misma CNDH ha declarado que varias quejas colocadas en el organismo provienen de criminales en situaciones injustificadas; sin embargo es por ello que un gran número de ellas son inadmisibles. Pero declaraciones como las del secretario desacreditan no solo el actuar de la organizaciones, sino también la ya tan desprestigiada bandera de los derechos humanos.

Pasemos al ejemplo número dos. Aquí tenemos al procurador de Veracruz Reynaldo Escobar Pérez; quién en torno al asesinato de la periodista Yolanda Ordaz de la Cruz comenta que no descarta que la occisa haya estado ligada al crimen organizado.

Considerando que desde el 2000 ha la fecha han sido asesinados 71 comunicadores y 13 más desaparecidos y que pocas de las “investigaciones” han logrado esclarecer estos hechos pareciera que lo más sencillo es victimizar por segunda ocasión a los afectados, lavarse las manos y cerrar los casos atribuyéndoselos a un “ajuste de cuentas”.

La posibilidad de que la periodista tenga o no nexos con el narcotráfico no exime de responsabilidad a la autoridad de llevar acabo una investigación real que permita asegurar o desmentir esta línea. Sin embargo cuando los procuradores prefieren hacerla de jueces y olvidarse por completo de la presunción de inocencia es difícil llevar a cabo indagatorias que no sean parciales e inefectivas.

Lo triste de todo esto es que Veracruz, como muchos otros estados, sufre de altos índices de asesinatos y desapariciones forzadas; las cuales lamentablemente no pueden ser atribuidas en su totalidad a las organizaciones delictivas. Es triste aceptar que órganos del gobierno y la policía se han visto controladas y corrompidas por ambiciones y paranoias a veces más fuertes que la de los mismos narcotraficantes; y por ello tampoco se pueden descartar asesinatos políticos impulsados por instancias oficiales. Pero ya sea con el afán de proteger o por pura y llana imbecilidad, estas declaraciones solo nos dan muestra de lo carente que serán las indagaciones de uno más en las decenas de casos de periodistas asesinados.

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