La ética del capitalismo puro es, desde mi punto de vista, inmoral. A pesar de abogar por la total libertad del individuo en una forma pervertida de la tradición libertaria; su esencia nos guía de la mano al totalitarismo corporativista.
Por su parte, el socialismo fue una alternativa libertaria que trato de llenar sus ideales por medio de recursos conservadores (en el sentido tradicional) como el caso del estatismo, centralismo y comunitarismo. Una vez más, los ideales eran los correctos; pero los medios no.
La pregunta verdadera viene en relación a la naturaleza del hombre, si tal cosa existe. En su momento mi contrariedad ante la izquierda se debía a su afección aparente por una igualdad obtenida mediante la coerción y el control. La igualdad como tal me parecía en contra de la naturaleza “egoísta” del ser humano. Se podría decir que mis ideas eran identificables con la filosofía de Rand y su moral de egoísmo racional. Desde ese punto de vista, la tendencia “libertaria” de ultra-derecha en teoría es la alternativa a seguir. Sin embargo, la contradicción es casi paradójica. Si nuestra naturaleza se encuentra plenamente identificada con esta moral altamente individualista; es posible que podamos alcanzar una libertad ideal y completa; el problema es que esta sería solo para unos cuantos. El resto se vería hundido un el peor de los totalitarismos; en donde no solo por su falta de ambición; sino por las condiciones presentes de inequidad, la sociedad se encontraría atrapada en un autoritarismo hermético y totalmente inmoral.
Es claro que esa presunción de inmoralidad viene de la idea, tal vez infantil y utópica, de que la libertad (en mi opinión, el valor más importante de la vida humana) puede ser alcanzada no solo como individuos; sino como sociedad. Entonces aquí se presenta la paradoja… o más bien, la cruel broma del Universo y su situación actual. La libertad individual puede ser alcanzada abogando a nuestra naturaleza egoísta; pero eso implica la pérdida total de libertad colectiva y un beneficio para unos pocos. Por otro lado, la libertad colectiva parece ir en contra de nuestra misma naturaleza, siendo únicamente alcanzada mediante el sacrificio de nuestra ambición y libertad individual.
En términos simplistas y crudos, ese es el dilema; sin embargo esas aparentes contradicciones son engañosas. Por un lado, ahora sostengo con esperanza (y no mucho más) que la naturaleza humana no es egoísta de manera inherente; de forma que una situación de total libertad colectiva nos haría gravitar de forma natural ante una igualdad social sin sacrificar nuestros anhelos de felicidad, ambición y propósito.
De forma que de llegar al ideal de libertad social colectiva; se podría mantener la comunidad bajo los valores centrales del libertarismo: esto es, el bien de las masas y la libertad individual. El problema entonces radica en cómo llegar o pretender llegar a esa realidad aparentemente tan justificable.
Antes de continuar, de seguro algunos objetaran ante la visión planteada reclamando mi falta de justificación en torno a la evaluación de la “naturaleza humana”. ¿Qué tal si somos malvados por diseño? ¿Cómo entonces se justifica el ideal libertario? Y es realmente desde este punto tan poco favorable que es de donde quiero partir. Porque hoy en día todo parece indicar que el egoísmo, el bien personal y la creación de capital es el eje directivo, un eje “natural” e “irrefutable”. Es “el nuevo espíritu de la época”.
Partiendo de esto, tenemos dos diferentes caminos a recorrer (de entrada). El primero nos lo plantean los intelectuales libertarios de la tradición de la Ilustración y continúa en el espíritu de Humboldt y John Stuart Mill, entre otros. Una visión complementada por pensadores del siglo XX como Russell y Dewey; y ahora divulgada de forma contundente por Chomsky.
Este camino nos lleva a la desmitificación de esos “valores” actuales al poner en perspectiva la situación social actual y el funcionamiento general del “orden global”. Es simplemente el abrir los ojos ante la dolorosamente obvia ilegitimidad de este “nuevo espíritu” desde el punto de vista ético.
Lo cual nos lleva al segundo camino (que si son un tanto astutos se darán cuenta que es parte del primero). El verdadero cuestionamiento de la ética y moral del “status quo” actual nos permite plantear (al menos de forma temporal) una base de donde podemos evaluar el verdadero “valor” de la visión capitalista y todo aquello que la justifica.
Lo hermoso de llegar a esta instancia es que es posible olvidarnos entonces del concepto de “naturaleza humana” al momento que esta ya no tiene porque ser una constante definida sino que puede entrar al algoritmo de evaluación como una variable más. Así, partiendo de una evaluación ética, que más allá de la corriente relativista, nos puede proporcionar un juicio objetivo, no solo sobre la realidad actual; sino sobre nuestras posibles alternativas.
El detalle aquí es en justificar los principios éticos de evaluación; lo cual nos puede poner una situación objetiva y racional para continuar con nuestra tarea; o nos puede devolver al punto inicial de incertidumbre e incluso… desesperanza. ¿A qué me refiero con esto? Si por ejemplo tomáramos una ética arbitraria, entonces volvemos a de donde partimos en el sentido que se crea una base con ningún otro fin más que justificar todo lo que se pondrá sobre ella. Y al final, lo que se requiere es ver si una base objetiva soporta el peso de los ideales libertarios y sobre las realidades sociales, políticas y económicas actuales.
Pero, entonces, ¿Qué parámetros tenemos que tomar como ciertos en la tan aparentemente abstracta brújula moral? ¿Cómo justificar que el bien colectivo es preferible al individual? ¿O qué es preferible la igualdad a la libertad? ¿O qué el sacrificio personal carece de valor? Etc, etc, etc.
Bueno, esa es la parte divertida…
(Continuará… espero)
1 comments:
Pues igual si hubiera un país mágico donde todos los que quisieran vivir en una comunidad socialista pudieran llegar por elección y otro donde los que quieren la libertad individual pudieran vivir en paz sin los otros, podríamos hacer un experimento divertido. Hasta entonces, yo tomo el capitalismo, any day.
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