Historia de lo realmente importante

Saludos cordiales (o sea, de corderos, limpios y suavecitos)

De hecho… detengámonos un momento y hablemos de los corderos y las ovejas. Tan llenas de ternura en su inocua y blanquecina inocencia animal. Se les cuenta por montones y son parte esencial de historias de drama y acción como el clásico “Pedrito y el lobo”.

Su rol en la sociedad moderna ha sido probablemente olvidado; pero su contribución a la humanidad como tal jamás será menospreciada. Aún así hay un terrible detalle que aqueja éstas líneas. Para todo fin práctico, las ovejas son irrelevantes en lo que hoy quiero comunicarles.

Todo lo anterior no fue más qué una triste pérdida de enfoque y recursos lingüísticos escritos. En éste caso, tomando el rol de la ejemplificación, las letras sobre animales blancos y suaves me ayudan a llegar a lo realmente importante.

En la vida nos topamos con una innumerable cantidad de gente de pasados tan variados como los colores de lunetas genéricas de chocolate. Personalidades, aptitudes y actitudes tan parecidas o diferentes a las nuestras que muchas veces nos perdemos en lo turbulento de la existencia social e indiferente.

Y así, vamos recorriendo el mundo formando juicios, amistades y lazos de efímera unión basados en ilusiones al aire. El silencio, las canciones y la cotidianeidad van poco a poco destruyendo todo indicio de pertenencia, importancia y calidez. Sin embargo, yo nunca he perdido la esperanza.

Yo sé y entiendo mucho de lo que sucede. Pero aún así no puedo dejar de lado lo realmente importante.

No puedo ignorar esas cuestiones y pretender que no influyen en nada; porque eso es una sucia mentira. Así es que… solo quiero que lean bien esto que viene a continuación:

No importa quién seas, qué te guste, como te vistas o dónde hayas estado… ¿Ves la foto que sigue?

¿Lo ves? A ese inseparable compañero de Mario, a ese carismático y narizón dinosaurio de múltiples colores y voz chistosa. A ese guerrero no convencional dispuesto a dar su vida por la de su plomero amigo. A ese sensible personaje con excelente drive en los hoyos par 4 del Mario Golf. A ese insaciable monstro devorador de tortugas, pescados y gigantescas balas de cañón.

Dime…. ¿Lo ves?

Su nombre NO es “George-shi”… y no es un PUTO caballo verde….

Si te niegas a ver eso, yo me niego a considerarte un ser humano. Porque no hay que perder de vista lo realmente importante.

Lo siento… pero el respeto no es para todos.