No quiero escribir sobre memorias. No quiero
tampoco inventar imágenes, al menos no hoy. ¿Qué queda entonces? ¿Hay manera de
redactar el futuro y lo inexistente? ¿Será posible ir descubriendo la realidad en
el mismo instante en que se lee? No jugaré a ser músico con mis letras.
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Es difícil ver colores vivos cuando cierro los
ojos. Los pocos destellos naranjas, azules y verdes se esconden en la oscuridad
de nuestro interior. ¿Han sentido alguna vez los colores? Hoy, en el silencio
de las conversaciones de desconocidos sentí la calidez de un color rosa. Una
memoria. El silencio.
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Sentir que se flota es terrible. Es perder el
control con los pies en la tierra. ¿Somos acaso tan ligeros? Hay veces que
siento que el más débil de los vientos podría llevarme hasta al mar, en dónde
el miedo se confunde con la desesperación.
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Todos la imaginan vestida de negro. Un traje largo
y oscuro, con esa negrura que solo se encuentra en los vacíos. Le queda bien
ese color, tiene tal gracia que hasta a el tiempo ha enamorado. Y lo mejor: le gusta bailar.
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Tantas personas existen en una libertad
superior a la mía. Me atraen.
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El pasto, el fuego y la música. La lluvia, el
lodo y un naipe. Si alguien me la describiera y yo no hubiera estado ahí, no
podría creer en su existencia. Era un hada, pues nosotros no tenemos almas tan
bellas.
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Hay sufrimientos que disfruto. Me interesan
aquellos esencialmente triviales, todos esos que son trágicos por su patetismo
antes que por su ilusoria magnitud. Son maneras de sobrellevar la vida.
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Darte cuenta de que no conoces el dolor es una
lección de humildad.
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Imágenes de dinamismo que equiparen a la música
las encuentro solo en nuestras emulaciones del espacio. En esas alucinaciones
de cometas, estrellas y cuerpos celestes en infinito movimiento. Ahí también
hay muchos llamados a la auto-destrucción.
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Esconderé sentimientos también en estos
párrafos. Nadie jamás ha sido tan sincero como para ahogarse en su propio
texto.
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El mar tiene un aroma a perdición delicioso. No
son las sirenas las que producen encantamientos con su voz sino la sola
sensualidad de las olas y su traicionero susurro. Solo eso basta para superar
el temor a la muerte. Cuando se encuentra uno en mar abierto, incluso los
vacíos enamoran.
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Nada de ti me interesa y aun así me deleito en
pensar que tal vez, en otro tiempo, no hubiera sido así.
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Hay noches que escribo con la sola esperanza de
redactar una línea brillante. Si lograra armar una oración que se lea como la
siento entonces podría dedicar el resto de mis días a dormir, embriagarme o
trabajar. No sea que sea más detestable.
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Te dije tantas mentiras y tantas verdades como
me las dije a mi mismo.
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Desconocidas en la pista de baile o sueños de
imágenes idealizadas. No sé bajo cuál de esas circunstancias me he enamorado
más veces.
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La luna es de las pocas cosas quietas que amo;
y la verdad es que también se mueve y cambia con algo de velocidad.
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Cuando la música me hace sentir arrogante y
humilde al mismo tiempo; cuando la felicidad y la tristeza ocupan un mismo
lugar… es cuando dan ganas de llorar.
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Alguna vez alguien trató de “salvarme”. Es una
ironía enervante que quién se está ahogando cree que puede ayudar.
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Yo también he pecado al tratar de salvar un
mundo que no me pertenecía. ¿Existe acaso algo más egoísta que eso? No hay peor
afrenta contra la humildad.
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Espero hayas despreciado todos mis consejos en
igual medida que me despreciaste a mí. El que mis palabras se hayan ahogado en
el pozo del silencio es consuelo suficiente de tu indiferencia.
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Caos es otro nombre para la incertidumbre.
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Así como la tierra, es importante mantenerse
frío o caliente según la época del año.
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La gran maldición de nuestra existencia es que
la sensibilidad humana no alcanzará jamás para entender los sentimientos del
otro. Malditos aquellos instantes en los que pretendí decirles que esperar de
sus emociones. Solo se puede hablar con tal prepotencia desde una profunda
ignorancia.
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La hora como excusa para dejar de escribir.
Aunque me salve el tiempo lo seguiré odiando.