Thursday, February 28, 2013

Si tuviera...


Si tuviera que empezar a escribir sobre nada en particular trataría de no ser tan obvio al respecto. Es decir, intentaría prolongar de forma sutil y orgánica la progresión del primer párrafo de forma similar a cómo uno compra tiempo con el aire de las palabras vacías en alguna presentación. Así, al poner en primera velocidad esa desconocida parte de mi cerebro que se encarga de generar ideas, iría ganando algunos segundos mientras subo la colina del vacío conceptual del escrito.

Lo hermoso de este cuasi mágico proceso es que pocos segundos pueden ser suficientes para viajar distancias inimaginables dentro de la elusiva temporalidad de la mente. Ahí dentro el tiempo no tiene poder alguno, es tan inservible con un espejismo que se sabe falso. ¿De qué sirve un oasis imaginario en medio del desierto cuando este no provee esperanza alguna? Vivir sin tiempo es vivir sin miedo, sin añoranza, sin mentiras, sin memorias. Lamentablemente también es vivir sin ritmo, sin progresión, sin la motivación de lo fugaz. ¿Será ese el rol del tiempo? Lo detesto igual.

Cuando se escribe sobre nada –no sobre La nada- es preferible generar imágenes a ideas. Las ideas pervierten sentimientos, son reflexión lenta, merma de realidad. Las imágenes, en su falsedad y pretensión, son más cercanas al sentimiento verdadero. Son engañosas también, traicioneras incluso. Tristemente hemos olvidado lo que hay detrás de esas paredes de espejos y, al encontrarnos perdidos en un laberinto carente de cualquier tipo de trascendencia, no nos quedó más que empalmar fotografías de nuestro propio reflejo una sobre la otra. Imágenes sobre imágenes. Una adicción moderna.

Los sentimientos han sido sofocados por la idealización de ellos mismos. Es la impresión de vernos, a través de ojos imaginarios, ejecutando esas acciones aparentemente significativas lo que consumimos en esta abrumadora pos-modernidad. Nos alimentamos de las mismas ideas que supuestamente generamos. ¿Cómo puede alguien nutrirse solo de regurgitación? Es imposible, por eso el vacío se ha vuelto invisible y gigantesco. Hemos nublado nuestros sentidos con el reflejo de un sol falso. Salimos de noche en busca de reflectores gigantes al tiempo que ignoramos cientos de luciérnagas que vuelan hacia la muerte en nuestros enlamados estanques.

Destrucción es una palabra que levanta temores y despierta sospechas, se le cuestiona como se debería cuestionar a todo lo que la precede. Pero su poder no es coincidencia y su momento jamás fue tan obvio. No se puede razonar con los reflejos, pues son fantasmas necios y obstinados. Cerrar los ojos ante nuestras rejas de cristal es igual de infructuoso –sin mencionar lo aburrido de la actividad. Hay que recordar (en esa potencial falsedad de las memorias) aquellos sentimientos creadores de imágenes verdaderas. Ahí descansa el contenido estético que produce la realidad misma y no ésta triste emulación de nuestros tiempos.

Destruyamos pues esos espejos; pues solo una violencia sana ante la esterilidad de nuestros anhelos modernos puede revocarnos a esas visiones que no dejan dormir; a esa angustia sana que nos permite soñar. Cerrar los ojos tiene que ser emocionante, ser un espectáculo. Replicar la belleza y espontaneidad de las galaxias es una habilidad que hemos olvidado con el tiempo. ¿Por qué negar nuestra semejanza a las estrellas y los cometas? ¿Acaso no estamos hechos de lo mismo?

Somos imagen y semejanza, no de un Dios todopoderoso y de ambiguo obrar, sino de un Universo que se replica infinitamente no solo hacia el espacio; sino en la pequeñez abismal e infinita de nuestro colectivo celular; en el espacio interior, en sus ciclos, en sus ritmos, en su recurrente replicar de formas, colores y figuras. Las chispas de luz que destellan al parpadear no son más que lágrimas de un Universo olvidado. Un Universo que hemos decidido olvidar.

Tuesday, February 19, 2013

Rejas de cristal


De la nada, su foto salió a flote en un mar de pretensión digital. Su rostro; más allá de su hermosura, de su familiaridad y su aparente inocencia; era una mirada. Una mirada que repentinamente penetró lo más profundo de mi alma. Sus ojos grandes, bellos y perdidos lo fueron todo en ese momento. No supe que sentir, ni que esperar. No quería interpretar nada de aquella sombra de estética vacía. No me quedó más que romper en llanto, aunque fuera para derramar un par de lágrimas confusas e inexplicables.

El sentimiento se alejó más rápido de lo que pude redactarlo. Ahora, hace escasos segundos de ello, me es imposible describir la fuerza con la que tembló mi corazón por la sola imagen de su cara. No podré entenderlo por ahora; pero creo que llegará ese momento, pues indiscutiblemente este existe ya en esta hilarante aleatoriedad. 

La imagen lo tenía todo. Esas detestables imágenes. Esas representaciones que sin esfuerzo reducen toda realidad, todo placer, todo entendimiento y toda experiencia a un sucio y asqueroso espejo. Hemos hecho verdad nuestro mundo de apariencias. Una verdad vacía y maniquea. En esa imagen definida, cuidada y pretensa; ahí estaba –está- ella atrapada. Se le capturó como se captura una foto y como se captura un ave. Identidad de opresión intangible, de caos oculto en un corazón bondadoso. No hay mayor bondad ante este mundo de realidades falsas que la verdadera curiosidad y el sentir de la existencia; ese que ella puede transmitir incluso a través del espejismo de esa fotografía; desde su cárcel de cristal. No la conozco, pero sus ojos esféricos, brillantes y reflexivos son espejos verdaderos que retratan la realidad en sí y para sí. Su rostro la observa tras las rejas de la estética vacía que nuestra posmodernidad globalizada le ha impuesto.

Wednesday, February 13, 2013

La inquieta voluntad del Universo


De esas reflexiones que llegan de repente...

No podemos dejar a las cosas ser tal y como son. No es posible simplemente aceptar lo transitorio que se vuelve eternidad. Esa es nuestra voluntad de existencia, somos el espíritu inquieto del Universo, la conciencia de lo que le dio Origen, su negación a la quietud y al equilibrio. Somos transgresión, revolución, cambio, movimiento, entropía. Por eso nos contrariamos con nuestra aparente naturaleza destructiva. Queremos sentir, experimentar, confluir en un todo; pero a la vez sentimos la necesidad instintiva de manifestar nuestro poder. No es maldad, es inquietud, inquietud mal interpretada. Ya no tenemos la oscuridad ni el silencio para detenernos, reflexionar y transfigurar ese nihilismo destructor en divina potencialidad de cambio consciente. Entender es transformar, y esa es la ética manifiesta del panteísmo, ahí radica su reconciliación con el nihilismo crítico e inquieto. Aquel que refleja el alma del cosmos.

Wednesday, February 6, 2013

Metafísica política

1. Todo debate político y social es primeramente un debate ético.

2. Antes de esgrimir juicios éticos o de valor se tiene que estar comprometido a un esquema moral o meta-moral determinado.

3. La elección o coherencia de ese sistema moral se basa en un arreglo de creencias que se justifican en una determinada concepción del mundo.

5. Si esa concepción del mundo (o de la realidad) no ha sido reflexionada, las creencias que derivan de ella en juicios o aserciones de valor ético no tienen sustento lógico o epistemológico consciente; y por ello, son irrelevantes al debate social.

6. Hay dos niveles generales en el debate social y político:

El funcional; aquel que se ocupa de las cuestiones prácticas y técnicas del día a día; ese que funciona dentro del mismo aparato que le impide cuestionarse. Es el debate inmediato, irreflexivo, opaco y siempre urgente. El de primera necesidad. El que opera como se definió que debía ser operado.

Este debate es generalmente superficial. Sus contrariedades resultan de malentendidos más o menos conciliables. El debate funcional puede apuntar a ciertos aspectos del arreglo político y evidenciar injusticias; pero no puede explicarlas ni resolverlas de forma general; únicamente de forma particular.

El reflexivo; aquel de abstractos, de utopías, de ideales y de atribuciones morales. El de la filosofía política y social. El que cuestiona el orden actual, dentro y fuera de él mismo. Su problemática radica en el punto 5. Entonces se transforma en un debate de dogmas aún más intrascendente y estúpido que aquel debate funcional que ilusiona redimir al aparato político.

7. Es posible operar el aparato político sin tener una concepción previa y consciente del mundo; pero no puede determinarse nada de los méritos o carencias éticas de éste. Su calidad moral depende enteramente de los antecedentes que lo plantearon y desde dónde opera. Es decir, se basa enteramente en el discurso reflexivo que dio origen, consciente o inconscientemente, al sistema que pretende operar.

8. Dado que ningún sistema es infalible, siempre existe la posibilidad de que el aparato político permita ejecutar acciones perjudiciales contra la sociedad o el individuo. De forma que independientemente del planteamiento reflexivo que le dio origen, la calidad moral del sistema dependerá en mayor o menor medida de los operadores funcionales de dicho aparato.

9. El problema de la injusticia social se vuelve entonces un problema de comportamiento.

10. El comportamiento humano se rehúsa a ser explicado por las llamadas ciencias sociales; acreditadas como ciencias por la arrogancia de algunos cuantos retóricos del pasado.

11. Entonces, el problema de la injusticia se rehúsa también a ser resuelto por esquemas positivistas; pues por un lado, la racionalidad del hombre sigue siendo cuestionable; y por el otro, no tenemos métodos confiables para determinar las leyes de nuestro propio comportamiento.

12. Es evidente entonces que cualquier injusticia percibida es imposible de resolverse entera y permanentemente desde el debate funcional. Se tiene que caer forzosamente en el debate reflexivo. Esto despoja de cierta trascendencia al debate público funcional pues dicho nivel podrá resolver “casos” o instancias de injusticia; pero no podrá alterar el sistema que las produce.

13. Esto, inevitablemente, coloca al activismo político y social como intrascendente al cambio de sistema mientras este no avance o debata en el nivel reflexivo de la política, en el ámbito de las ideas.

14. El debate político partidista es generalmente funcional. Los vestigios ideológicos son meras fachadas para perpetuar un orden establecido. Los beneficiarios de dicho orden son, generalmente, quiénes lo operan.

15. Es evidente entonces que las injusticias percibidas en el debate público no podrán ser resueltas mediante el sistema político actual. O al menos en su estado actual.

16. Incluso si se entra en el nivel de debate reflexivo, el peligro sigue radicando en la dogmatización de los ideales confrontados.

17. Para evitar esto, el revolucionario tiene entonces que reflexionar su concepción del mundo antes de esgrimir alguna concepción política o social.

18. Dicha reflexión, un tipo de metafísica política, tiene que partir de un juicio crítico estricto, casi escéptico (al no poder nunca ser totalmente objetivo). Más, no debe ser cínico, pues entonces solo sería una burla, un tipo de estética que refleja la problemática que se pretende criticar.

19. Ese juicio debe ser abierto, colectivo y maleable. Adaptable y lógico. Sin lealtad a ninguna idea concebida. Debe ser un tipo de anarquismo cognitivo y argumentativo.

20. Entre más se profundice en la concepción personal del mundo, bajo el esquema mencionado, más robusta será la ascensión de un moralidad reflexionada que permita plantear un aparato político y social de mayor nivel.

21. En ese período reflexivo confluirán planteamientos sociales, metafísicos, espirituales, éticos, lógicos y estéticos. Formaran quimeras de ideas. Algunas deformaran en ideologías.

22. Bajo esa nueva construcción puede entonces aterrizarse un nuevo esquema funcional que solventará las injusticias percibidas.

23. Dicho sistema tampoco será infalible; pero entre mayor libertad permita de seguir ese flujo de reflexión, más dinámico y auto-correctivo será.


Tuesday, February 5, 2013

Hikuri


En una calle poco transitada de Real de Catorce, tras un breve viaje al desierto de Wirikuta.
-.-.-

Antes de desarrollar de forma más clara mis ideas y revelaciones en torno a mi concepción del Universo voy a plasmar brevemente lo más importante para no perderlo de vista más tarde.

“Nothing is wrong, everything is on track”

-.-.-

Nada es fortuito, al menos no en su generalidad de existir
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Hemos pedido el nacer, somos la voluntad actual y real del existir.
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El Universo quiere existir, por eso todo es, desde las rocas hasta las almas.
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Todo, por el solo hecho de ser, tiene una voluntad hacia la existencia.
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Esta voluntad puede no ser consiente en su particularidad; pero lo es en su colectividad.
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El tiempo es un demonio con rostro de mujer y de momento no sé cuál es su lugar en el todo. Desconozco su propósito.
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Quiero ser mensajero de la naturaleza; es la única forma en la que puedo pagarle por todo lo que me ha dado.
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Para ello requiero ser humilde; no solo en intención; pero en plena conciencia.
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No se puede respetar a la naturaleza sino se respeta al cuerpo propio; pues somos naturaleza.
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Me di cuenta que he sido insensato. He sido arrogante en esa misma pretensión de mensajero. He querido experimentar demasiado sin importar el sacrificio interno; y cuando no se vela ni siquiera por uno mismo no se puede velar por los demás, por el todo. Es la forma última de egoísmo: la arrogancia.
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Ahora describiré brevemente mi experiencia:

Al principio solo me sentí más tranquilo, en parte porque sabía que al menos había hecho la parte instrumental de lo que me había propuesto a experimentar. Es, digamos, parte de la viciada estética de los tiempos en la cual la significancia recae meramente en el acto en sí y la imagen de uno mismo realizando ese acto. Lo más banal de la forma. La tranquilidad también podría atribuirse a un ligero cansancio que se apoderaba de mí.

Un par de horas después me empecé a sentir más ligero y un poco más contento. Salí a caminar y entré a una iglesia; vestigio antiguo de mis viejas creencias espirituales. Aún le tengo mucho respeto a la fe católica; pues como el resto de las religiones que desconozco, su esencia puede ser explicada y comprendida desde el mismo panteísmo universal que ahora profeso. A su vez, esto lugares mantienen un cierto grado de virtud sagrada.

Llegué a la capilla del Santísimo, dónde a pesar de que ya no albergo la concepción católica de Dios; siempre la he sentido como un lugar sagrado y poderoso. Recé un poco, como aún lo hago a veces, cerré los ojos y aunque de inicio me sentí bien; pude sentir un cierto flujo de angustias. Las vi también en rostros muy difíciles de reconocer en la oscuridad de mis ojos. Al principio pensé que eran reflejo mío solamente; pero más adelante comprendería que estaba sintiendo el mismo flujo del todo. Es obvio que ese flujo no es ajeno a su tiempo ni a su espacio.

Salí y seguí caminando. Todavía no tenía mayores revelaciones pero quería encontrar un lugar para escribir y escuchar música. Hermosa música. No encontré tal lugar pues el café estaba lleno de gente y ruido. Seguí caminando. Caminé mucho, hasta dónde pude sentirme solo. Llegué a unas ruinas del lugar con hermosa vista a los barrancos cercanos. Ahí me di cuenta que el sentido del oído se había agudizado bastante. Así mismo los sentimientos de tranquilidad, felicidad, miedo e incertidumbre; todos en el momento de ser sentidos eran un poco más agudos de lo normal.

En ese momento entendí, o más bien reafirme mi deseo de llevar el mensaje o hacerlo más evidente para todos. Nuestra colectiva voluntad de existir y las diferentes formas en las que se manifiesta. Aquella frase que ya había experimentado antes:

“Somos uno solo, pero no uno mismo”.

Volví al hostal a recostarme un poco y escuchar música (Shpongle). Antes de llegar me encontré a Motoi. Cuando hablé con ella me di cuenta que estaba un poco fuera de mí. Creo que ella lo notó también. Cuando cerré los ojos y empecé a escuchar música todo cobró sentido. Me sentí (y me siento) genuinamente feliz. Canciones que he escuchado cientos de veces ahora resonaban con detalles que no había percibido jamás. La música guiaba espléndidamente el viaje. Vi nuevamente los rostros fantasmagóricos; pero ahora había también rostros alegres. Los había de todo tipo.

Progresivamente fui teniendo una lluvia de imágenes que me hicieron entender que estaba experimentando de forma leve el flujo colectivo de conciencias. Desde lo más mundano hasta lo más sublime; todo estaba ahí. Vi rostros conocidos, desconocidos, de niños, de ancianos, sonrientes, angustiados, felices y tristes. A la par visualmente: montañas y una cascada de polvo color esmeralda. Una cascada de la esencia de hikuri. Vi muchos colores; también vi algunos entes no precisamente humanos.

Debo aclarar que todo esto se observaba dentro de mi imaginación y no como alguna alucinación. Eran imágenes como las que veo siempre al cerrar los ojos, aquel soñar despierto. Simplemente expreso aquí las imágenes de ese momento pues además de que tenían mayor intensidad, creo son relevantes. Así como los rostros; yo también me sentía alternadamente contento y angustiado de forma muy leve. En un punto sentí que veía cosas pasadas y cosas futuras; reafirmando que todo es atemporal.

En un punto de la canción “I am you” hay una voz que hace referencia a cómo su abuela estaría decepcionada al ver lo mucho que había consumido. Recordé entonces que mis amigos tuvieron conversaciones similares en el desierto hacia algunas horas. ¿Por qué volvemos recurrentemente a nuestras madres y abuelas?

En ese bello flujo también pude escuchar a mi cuerpo y entendí lo que mencionaba sobre la humildad y cómo por arrogante lo he maltratado. Antes de esa revelación pensaba que el leve malestar estomacal que sentía era por mi falta de respeto a hikuri; sin embargo él simplemente quería que me diera cuenta de ello. En esa falta de humildad es dónde recaí mi falta de respeto al desierto; aún y que conscientemente había tratado de ser lo más respetuoso posible.

Volvía a entender, de manera diferente, que mi cuerpo es solo una extensión del todo; separado solo en apariencias:
La de lo temporal
La de lo espacial
La de la individualidad del alma

Han pasado ya varias horas y para la poca dosis que consumí no sé si pensar que aún hay camino por recorrer o no; pero si sentí la urgencia de salir y en solitud, transcribir esto. Y también tengo muchas ganas de compartirlo.