De unos meses para acá lo que no falta es gente cansada y harta de un sinnúmero de cuestiones. Hay gente harta de la violencia, del presidente, de las marchas, del fútbol, de las noticias, de U2... en fin; de un lado a otro no saltan más que gritos de molestia, regaño e inútil discusión.
Es cansado, para cualquier frente, el solamente escuchar críticas, reclamos y denuncias con mínimos niveles de buena voluntad para mejorar ese aspecto o problemática que se pretende evidenciar. Sin embargo no deja de ser un derecho constitucional el hacerlo.
Así como recientemente miles de mexicanos marcharon para expresar su reclamo en torno al clima de violencia que se vive en el país; así muchos otros que prefirieron no hacerlo han criticado fuertemente tanto el método como el fondo y forma de la manifestación.
Un texto que me llamó especialmente la atención es el de Las Mentiras de Ricardo Alemán. Su escrito explora dos vertientes relacionadas con los crecientes ataques al desempeño del presidente Felipe Calderón. La primera atiende al asedio que ha sufrido el Ejecutivo por parte de la población general. Críticas que, argumenta, se desprenden de varias premisas falsas a las que posteriormente procede a desmentir.
Debido a que las premisas que menciona componen (en lo referente al narcotráfico por lo menos) el grueso argumentativo de lo que reclamó la ciudadanía el pasado 8 de mayo; siento que vale la pena enumerar cada una de ellas en el mismo estilo que lo hace Ricardo Alemán. Con la diferencia de que, por miedo a realizar juicios apresurados, yo no les llamaré de inmediato mentiras.
1. ¿Es responsable Calderón de las casi 40 mil muertes de la lucha contra el crimen?
Como comentaba en un texto anterior, sería deshonesto el afirmar que el presidente es el responsable directo del total de caídos en clima actual de violencia en México. Sin embargo, el no ser el autor material de esos cuarenta millares de muertes tampoco lo exonera de toda culpa. Incluso si el 100% de esos muertos fueran criminales confesos abatidos en enfrentamientos entre bandas rivales; es deber del gobierno federal asegurar un mínimo de seguridad pública, lo que incluye evitar que delincuentes se acribillen en magnitud de guerra civil dentro del territorio nacional.
2.- ¿Es culpa de Calderón no investigar esas 40 mil muertes, no localizar a los responsables y no castigarlos?
Nuevamente recalco lo inútil de hacer declaraciones exageradas. Decir que Calderón es totalmente responsable de la incompetencia con la que se han manejado estas investigaciones es tan absurdo como decir que tampoco tiene ninguna culpa en la cuestión. Diciendo que en el 90% de los casos el delito de origen es homicidio y por tanto de fuero común; se menosprecia el hecho de que muchos de los manifestantes y críticos de Calderón son familiares o personas con conocidos que no han sido asesinados; sino desaparecidos.
Es claro que el delito de “desaparición forzada” es aún un tema estrepitoso; pero el hecho de que el total de esos 40,000 muertos sean en relación con delitos de tráfico de drogas ya implica una responsabilidad compartida del gobierno federal. Eso sin considerar cuestiones como el secuestro (que sigue siendo un crimen del fuero federal) y otras agravantes específicas como la creciente (al menos en difusión) ola de crímenes contra migrantes y trata de personas; cuestiones que también competen a instancias federales.
3.- ¿Es cierto que han muerto 40 mil mexicanos inocentes?
Dicen que la tercera es la vencida. No tiene caso tratar de argumentar que la totalidad de muertos son inocentes o, en su defecto, que el 100% son criminales. Ambas son afirmaciones igual de absurdas, pero no por ello menos utilizadas por críticos y defensores de la estrategia de Calderón. Aquí se muestra un dato al cual le daré el beneficio de la duda. El Sr. Alemán asegura que más del 90% de las personas abatidas son criminales y, a como los describe, son sin duda de la peor clase de escoria que pudo habitar en nuestro país.
La verdad es que nadie es inocente en esta problemática; pero no por ello todos somos merecedores del destino trágico de estos 40 mil seres humanos. Les voy a ahorrar la cantaleta de justicia social y desigualdad de oportunidades, que a pesar de ser totalmente válida, parecer ser un tópico muy abstracto para los que defienden la cuestión esa “milenaria” del ojo por ojo. Es verdad; ser pobre no te hace criminal, pero de que te deja en condiciones ideales para serlo... en fin.
Pasando a cuestiones menos densas (porque hoy por hoy hablar de Derechos Humanos es meternos en líos), 1 de cada 10 muertos (de acuerdo al dato del Sr. Alemán) no tienen nexos con la delincuencia organizada. Aquí estamos hablando de 4000 personas referidas ya tan comúnmente como daños colaterales. Para algunos eso es solo un número, y uno no muy grande al parecer. Pero la cantidad de personas afectadas indirectamente por cada una de esas muertes multiplica la relevancia de la cifra a niveles difíciles de calcular. Eso sin contar el número de inocentes también “desaparecidos” ya sea por el narco o por algún organismo oficial, los cuales muchas veces son doblemente victimados ya que esa novedad de la “presunción de inocencia” también es algo muy progresivo para la sociedad mexicana.
Habrá que esperar a que la cifra de inocentes sea más aparatosa. ¿Con 10,000 bastará para poder reclamar justificadamente? ¿O nos esperamos a 20,000 para no fallarle?
4.-¿Es cierto que es fallida la estrategia del Estado contra el crimen?
Aquí se argumenta que lo fallido de la estrategia es un concepto falso debido a que no atañe tan solo al presidente (cosa que estoy de acuerdo). Sin embargo, nuevamente, eso no lo exime de responsabilidad. La estrategia tal vez no sea fallida; pero es tan ambigua en sus objetivos y tan misteriosa en sus métricas que parece complicado el evaluarla desde afuera. ¿Qué se pretende con dicha estrategia? ¿Erradicar a cada uno de los narcotraficantes? ¿Encarcelarlos? ¿Detener todo tráfico de estupefacientes a nivel nacional? ¿Disminuir los hechos violentos relacionados con el tráfico de drogas? ¿Acabar con la corrupción y el control de instituciones por parte de los capos? ¿Todas las anteriores?
Bien, tal vez no sabemos los objetivos específicos, pero si conocemos la situación actual. ¿Se ha reducido el crimen relacionado con consumo y tráfico de drogas? ¿Las estructuras del crimen organizado se encuentran debilitadas? ¿El Estado ha recuperado su presencia en zonas donde había dejado de existir? ¿Ha disminuido el tránsito de sustancias ilegales a otros países? Pregunto porque realmente desconozco. Y vamos a dejar los crímenes violentos de lado; porque el parecer esos tienen que aumentar porque tienen que aumentar.
La estrategia puede evaluarse como fallida desde el momento en que no se ha sabido definir. Y si esa estrategia pretende ser la gran medalla en el pecho de Calderón, creo que el lleva una gran responsabilidad de su fracaso.
5.-¿ Calderón es culpable de todo?
Obviamente no. Este punto ni siquiera vale la pena discutirlo. Solo déjenme recordarles (por cuarta vez, ¿o quinta ya?) que no tiene sentido hacer afirmaciones o negaciones totales. Pero díganme una cosa, si estoy a cargo de una línea de producción, empresa, equipo, etc. ¿sería una defensa válida el decir que he fracasado en mi trabajo por qué no supe coordinar/manejar/motivar/convencer o hacer trabajar a mis subordinados? Tal vez, pero muy probablemente me corran igual.
6.-¿ Calderón desató al avispero al emprender la persecución contra el crimen organizado y el narcotráfico?
En este punto coincido con el Sr. Alemán. La plaga del crimen organizado no lleva ni uno, ni dos sexenios enfermando nuestro país. Calderón decidió enfrentarlos y el resto es historia (y actualidad). Pero tampoco se vale escudarse de las críticas en el supuesto acto de valentía y temple de declarar una “guerra” contra un enemigo invisible y mayormente coludido en las mismas instituciones
Si Calderón quería hacer gala de su valentía siempre pudo (o puede) haber declarado el estado de excepción en las zonas donde se ha perdido la totalidad del control y así tener una guerra de verdad para no quedarse corto en comparaciones con grandes personajes de la historia mundial.
7.- ¿Es cierto que con el gobierno de Calderón llegaron la violencia y el crimen?
Es verdad, la violencia ha sido el pan de todos los días en varias regiones del país desde mucho antes de que llegará Calderón a la presidencia. También coincido en que varios de los estados que ahora se encuentran rendidos ante el narcotráfico deben su condición a gobiernos del PRI; y eso poca gente parece verlo. Pero tratando de mantener la discusión fuera de los partidos (que al parecer el hecho de no hacerlo es algo de lo que inquieta a muchos de los adversarios de las recientes manifestaciones ciudadanas) es claro que esos mismo niveles de violencia han aumentado de forma estrepitosa en algunos estados.
Coincido que había que enfrentar a esta mafia que poco a poco carcome al país. Que si hacerlo con armas y el ejército era la mejor opción o no, eso ya es otro tema (tratado brevemente en el punto 4).
8.-¿De nada sirve la captura de los grandes capos de la mafia, del crimen y del narcotráfico?
Este es un punto complejo para argumentar. Una vez más es estúpido decir que no sirve de nada la captura de estos maleantes; pero muchas veces es difícil cuantificar su impacto. Ya sea que caigan muertos, sean extraditados o puestos en alguna prisión nacional; la caída de un capo de la droga desestabiliza, aunque sea momentáneamente, al cartel donde opera.
Ahora bien, que si se ha aprovechado esos golpes para afianzar el poder del Estado sobre las organizaciones delincuentes o que si las mismas capturas atienden a una excelencia operativa en esta lucha (¿se acuerdan como agarraron a la Barbie?) también son cosas distintas. Sin embargo no se debe menospreciar estos esfuerzos y su impacto (generalmente positivo) en el combate de la delincuencia organizada.
Viendo en retrospectiva estas ocho mentiras me quedan claras un par de cosas: El grueso de la población no se toma un momento para darse cuenta que nada de lo que aquí se está discutiendo es blanco y negro. Decir que todo lo anterior es falso (sin tomar en cuenta la exagerada redacción de las premisas) es tan ridículo como decir que todas ellas son verdaderas.
Con esto me quiero pasar a la segunda vertiente del artículo analizado (porque les dije que había dos). El texto da a entender que todo lo anterior es fácilmente desacreditable desde el momento en que estos reclamos se encuentran motivados por una cuestión electoral (no política, porque esa definición es diferente).
La frase “el verdadero saldo de esta guerra no será en vidas, sino en votos” me parece alarmante por ser moderadamente ofensiva y por insinuar, como lo han hecho otros críticos de la marcha, que el sentir de inconformidad ciudadana que se está viviendo no es resultado de un proceso personal de evaluación de la situación del país y una realización racional de descontento más allá de cualquier cuestión partidista.
Al parecer, para muchos, lo único relevante de todo este conflicto sigue siendo la popularidad de los partidos y sus representantes. La muertes, injusticias, violaciones de derechos y falta de tranquilidad son temas secundarios al de la obsoleta máquina política de México. La gente al parecer no puede concebir que existe el fenómeno de la opinión individual.
Si se está en contra de Calderón automáticamente se esta a favor de AMLO, o peor aún, del narcotráfico. Nadie se ha dado cuenta que la mayoría de los que marchamos el pasado 8 de Mayo estamos tan hartos del PAN, como del PRI, PRD, PT y todo ese conjunto de banderas sin significado ni significación.
Es obvio que los fracasos de Felipe Calderón serán explotados por sus rivales políticos, como en otros tiempos le ha sucedido a muchos otros gobernantes. Pero desacreditar la inconformidad y desasosiego ciudadano por la falaz suposición de que se trata de una cuestión electorera es realmente triste.
Mientras no dejemos de pensar únicamente en términos de partidos y elecciones (que, como nos muestra la “campaña” actual de Peña Nieto, no son más que concursos de popularidad) y no nos enfoquemos en decir, hacer y, sobre todo, escuchar política como ciudadanos; seguiremos dándole importancia a lo irrelevante mientra el país se sigue cayendo a pedazos.
1 comments:
Yo sólo vengo a decir algo sobre los 40 mil muertos. Víctimas o victimarios, no tenemos manera de saberlo, pero acordarnos que NADIE, sin importar qué haya hecho merece morir en condiciones tan violentas. Finalmente, nos guste o no, son personas, seres humanos. Parece que a veces se nos ha olvidado eso.
Considerar siempre la humanidad de los victimarios es un imperativo que debiéramos aprender con el corazón.
Post a Comment