"Civilizations die from suicide, not murder”
Arnold J. Toynbee
Los acontecimientos sucedidos el pasado viernes en los alrededores del ITESM son, en realidad, una tragedia. ¿Triste? Bastante. ¿Indignante? Tal vez. Pero lo que debería levantar nuestra ira no es la muerte de estos jóvenes excepcionales; sino nuestra misma apatía a las causas nucleares de este caos que estamos viviendo.
Es triste también que los estudiantes del tecnológico hayan tenido que vivir este desgarrador episodio para darse cuenta de que la “guerra contra el narcotráfico” es real y no solo un tema para llenar los titulares. Independientemente de la afiliación o inclinación política personal; es en el ámbito de los jóvenes educados de nuestro país donde se deberían de gestar las acciones contra la violencia que está destruyendo nuestra nación. El gobierno y el ejército están luchando en su frente; y es hora de que la población tome su puesto en el campo de batalla.
Pero es ahí donde sobreviene la verdadera indignación que ahora cargo. Todo lo que escucho son quejas infantiles, ataques cuasi-políticos y gritos ensordecedores que buscan culpables. Se crítica al ejército y sus errores y al gobierno federal por “comenzar” esta guerra. Pero hay que darnos cuenta que esto tiene muchos años ya de haber empezado y todos hemos sido responsables de que haya escalado a este punto.
Dicen por ahí que cada pueblo tiene el gobierno que se merece; y por lo menos en estos últimos veinte años creo que la cita suena correcta para todo México. Es abrumador el grado de apatía e indiferencia que caracteriza al grueso de la población. Somos una nación quejumbrosa e insegura; acomplejada y mediocre. Nos da miedo dirigir; pero nos molesta que nos den órdenes. Nos de pereza trabajar; pero nos encanta exigir. Demandamos que las cosas cambien; pero queremos que sigan igual. Es triste que la frase “el que no tranza, no avanza” sea algo reconocido alrededor del mundo como mexicano.
La política del país parece solo interesarle a los extremos de la pirámide; ser un juego de ricos y pobres. Y así los miembros de la clase media al no encontrarse en ningún polo prefieren ignorar lo que les rodea; limitándose a participaciones ácidas y destructivas. Prueba contundente fue el movimiento del “voto nulo”, que aunque justificable solo puso en evidencia que preferimos desacreditar nuestras instituciones a trabajar mediante ellas para ser escuchados. Incluso atacamos la misma democracia que nos llevo tantos años “comenzar”. Nuestra izquierda es dirigida por una figura mediática que prefirió echar abajo la credibilidad de nuestras elecciones para mostrar su infantil inconformidad.
Y todo esto se refleja a lo largo y ancho de nuestra realidad diaria. Las discusiones más acaloradas y definitivas siguen tratando de fútbol y la televisión nacional no puede ser definida más que con la palabra “vergüenza”. Nuestro “humor” se basa en parodias estúpidas de nuestra misma basura mediática. Todavía nos reímos de imitaciones mal-hechas y personajes mal maquillados. El núcleo de nuestra crítica social se basa en nociones dogmáticas, ataques y una “admirable” habilidad para rechazar todo punto de vista ajeno. Nuestra identidad política se forja en la negación de todo lo que nos parece contrario. Los aportes más “constructivos” se basan en la arcaica interpretación moralista de lo que nuestros altos ejecutivos dicen que es noticia. Hablar de política, historia o filosofía es caer en pretensiones. Proponer soluciones es caer en ingenuidad. Tener esperanza de mejora es sinónimo de negar la realidad.
En un par de semanas habremos olvidado esta tragedia y al manejar ebrios a casa tendremos lista la “mordida” para nuestras autoridades. En unos días saldremos a marchar para poder subir nuestras fotos al facebook y mandar “updates” al twitter mientras seguimos ignorando quién es nuestro diputado local. Vamos a seguir reclamando “justicia” sin ni siquiera tener una noción de su significado. Y así los ejemplos de libro de texto se agotan y las cosas siguen igual… porque nosotros seguimos igual.
El narcotráfico no se desató con Felipe Calderón; ni se detendrá con él. Es parte de esa corrupción tan fusionada a nuestro estilo de vida la que eventualmente permitió que el Estado de Derecho se vea tambaleante. Es esa mentalidad de beneficios inmediatos y cero consecuencias la que poco a poco fue desmantelando la poca estabilidad que trajo la revolución. Es esa indiferencia y desidia generalizada la que centra nuestro destino en las incompetentes manos de nuestros políticos.
La muerte de estos dos jóvenes pareciera algo inaceptable; pero dense cuenta que estamos viviendo una guerra y el campo de batalla no distingue inocentes de criminales. Y por ello no podemos quedarnos de brazos cruzados asumiendo que nuestra pasividad va a salvarnos de entrar en la batalla. Si el país cae envuelto en llamas somos nosotros los que moriremos quemados.
4 comments:
Muy chido post ;)
Cuando leo ciertas líneas me da la impresión que usas palabras egoístas y presuntuosas. Solo ten presente que no todo México es gente educada y educación no es ir diario a la escuela. Es decir, la gente que ve futbol y novelas es porque no conoce facebook o twitter…
M: Muchas gracias!
Daniel: Tal vez. Son palabras que normalmente no utilizaría al hablar; pero creo que van bien en un texto.
En cuanto a la gente "educada", tengo bastante presente que en México no es la mayoría; pero es a la gente que tiene el privilegio o suerte de estarlo a quién va dirigida esta crítica. Porque aunque son (somos) ellos los que más participación deberían de tener en estas cuestiones, generalmente son los más indiferentes al respecto.
Estoy totalmente de acuerdo con todo lo que dices, Federico, y pienso que no lo podrías haber expresado de una manera mejor.
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