…puede ser por varias razones; aunque en mi
caso es algo generalmente negativo. No sé bien a bien como describirlo por lo
que puede que las siguientes líneas tengan un menor grado de elocuencia al
esperado.
El sueño por si solo es bastante inofensivo; y
de hecho viéndolo de forma objetiva, bastante carente de significación. Pero
cuando algo tan vago y endeble logra despertarte con está angustia existencial,
no puede ser ignorado. Tratar de interpretar los sueños como si su contenido
albergara una fórmula mágica hacia nuestro futuro es algo tan estúpido como
pasarse la vida buscando el significado de ésta. Si acaso, los sueños deben ser
sentidos y tal vez vividos en la misma manera en la que sentimos o vivimos
algún recuerdo.
Desde hace años me he estado dando cuenta de cuál
es la vida que realmente quiero vivir; y a pesar que desde un punto de vista
externo mi genérica existencia parece ser la progresión más normal y esperada
de alguien con mi perfil; creo que nunca antes me había sentido tan lejos de mi
subjetiva idealidad.
Lo peor de todo esto es que aún no me siento
capaz de expresar mi disgusto en términos claros y concretos; pues aunque me
cueste decirlo, la opinión establecida es bastante hostil a mi visión del mundo
y su funcionamiento. El hecho es que me estoy dando cuenta, tanto consiente
como inconscientemente de cosas que aún en mi supuesta “radicalidad” había
pasado por alto. Cuestiones que ahora son las que están pesando en el día a
día; pero que por lo mismo de su cotidianeidad son fáciles de ignorar; al menos
mientras estoy despierto.
El tiempo jamás me había preocupado como ahora;
el cansancio era prácticamente un mito en mi existencia y las opciones, aunque
no numerosas, eran suficientes. Sin embargo, hoy por hoy siento que se me
agotan los días al ser consumidos en las más irrelevantes de las actividades.
Pareciera que sin darme cuenta renuncié a todo lo que realmente consideraba
valioso para consagrarme a todo lo que la sociedad considera respetable.
Esto ha venido acompañado, como es de
esperarse, con esos engañosos y furtivos sentimientos autodestructivos
reflejados en actitudes, acciones y sentires por demás inofensivos; pero
significativos por su intención. Es casi como un esfuerzo final de mi alma para
protegerme de la inercia y “comodidad” de la meseta en la que ahora me
encuentro. Un acercamiento peligroso al barranco para nuevamente tomar la
velocidad requerida para saltar ese desfiladero hacia lo que realmente creo.
Nada de esto es nuevo y en su momento lo
exprese de manera un poco más “poética” por ahí de principios del año, tratando
de simplemente expugnar el sentimiento a manera de expresión. Hoy; sin embargo,
estoy tratando de razonarlo un poco más, de ponerle nombre, dibujarlo,
entenderlo y destruirlo de una vez por todas. El sueño de esta tarde ayudó en
gran medida; pues cuando te escuchas a ti mismo pronunciar de manera clara y
sin titubeos qué es lo que realmente extrañas de la vida es entonces cuando te
das cuenta si lo tienes o no.
Aun así, entre más lúcido se vuelve todo esto
en mi interior, más me cuesta explicarlo a los que me rodean. Al estar más
cerca de entenderlo también las soluciones se vuelven claras y precisas; pero
también más inminentes… más intimidantes. Son cambios que tal vez no tenga el
valor de realizar. Decisiones con costos de oportunidad muy altos. Y tristemente
el peso de esa visión que me rodea es algo que aún no puedo quitarme. Es entonces
cuando siento mi alma encogerse y sacrificar la poca transcendencia que le
puede quedar a mi vida.
Pero el primer paso es perder el miedo a
aceptar que se es infeliz, de lo contrario, tal vez nunca se deje de serlo.
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