Las guerras no discriminan afectados. Son fenómenos que, por su misma naturaleza, envuelven a la sociedad entera. No importa si estas a favor o en contra; si apoyas o no a nuestro presidente; si te interesa o no la política, los derechos humanos, la economía o incluso tu propia comunidad. No importa si apoyas al ejército o lo repudias; si prefieres seguridad sobre libertad o viceversa, si eres religioso o no creyente. No importa tampoco si te drogas o si tomas; si trabajas o eres desempleado, si votaste por el PRI o por el PAN. No importa si eres un alma caritativa o la escoria de la humanidad, si te preocupa tu país o si solo te preocupa tu bienestar. Cuando la violencia de un conflicto llega a tu vida, nada de eso importa.
Cuando el ejército entró a las calles muchos de ustedes pensaron que esto sería rápido. Que en algunos meses se lograría erradicar el cáncer del contrabando de drogas en nuestro país. Conforme avanzó el tiempo poco a poco me di cuenta que esto era, en efecto, una guerra; y que como tal, terminaría por afectarnos a todos. Pocos escucharon entonces.
La gente pensaba que Monterrey siempre sería un santuario de seguridad en dónde todos podíamos seguir con nuestra vida como si nada estuviera pasando mientras la violencia comenzaba a dispararse en otras zonas del país. Las cifras de muertes iba en aumento al tiempo que nos reconfortábamos en creer que todos los caídos eran criminales. “Se están matando entre ellos” nos decían, alimentando el mito de que la creciente ola de violencia era positiva y sobre todo inevitable. Más lo inevitable era que esta guerra eventualmente llegaría a nosotros, a nuestras vidas. Lo dije entonces y nadie escuchó.
¿Y ahora? La cifra oficial dice 53 muertos. Personas que murieron quemadas o asfixiadas ante un hecho sin precedente en la ciudad. Sin importar los agravantes que rodean la periferia del hecho, la realidad es que demasiada gente inocente perdió la vida ese día. Lo triste es que aún muchos no lo pueden ver así. “Eso les pasa por ir a dónde bien se sabe lavan dinero”, “¿Qué hacían ahí a esa hora?”, “Se lo merecen por adictos”... en fin. Se niegan a escuchar.
Es sorprende la negativa de los regiomontanos ha aceptar que su ciudad esta consumida por un conflicto violento verdadero. Como para tratar de justificar su indiferencia prefieren cerrar los ojos ante la cruenta realidad que estamos viviendo. Nada les importa. ¿Porqué? Por que piensan que nunca les va a su un día 35. Otro: El café Iguanas. Uno más: El Sabino Gordo. “Todos eran malitos”, “Eso les pasa por drogarse”, “Era un lugar de perdición”, “Se lo estaban buscando”. Había que hacer algo, un día nos podía tocar. No, ellos decían que no.
¿Y ahora? La cifra oficial dice 53 muertos. Personas que murieron quemadas o asfixiadas ante un hecho sin precedente en la ciudad. Sin importar los agravantes que rodean la periferia del hecho, la realidad es que demasiada gente inocente perdió la vida ese día. Lo triste es que aún muchos no lo pueden ver así. “Eso les pasa por ir a dónde bien se sabe lavan dinero”, “¿Qué hacían ahí a esa hora?”, “Se lo merecen por adictos”... en fin. Se niegan a escuchar.
Es sorprende la negativa de los regiomontanos ha aceptar que su ciudad esta consumida por un conflicto violento verdadero. Como para tratar de justificar su indiferencia prefieren cerrar los ojos ante la cruenta realidad que estamos viviendo. Nada les importa. ¿Porqué? Por que piensan que nunca les va a suceder.
Así como hace un año era impensable que ocurriera algo similar a lo del Casino Royale hoy muchos piensan que esto no puede seguir en aumento. Asumen que es imposible que algo así Aunque esta guerra no sea “tuya”, aunque su resultado y consecuencias no te importen, aunque prefieras ignorar tu realidad o simplemente te de miedo dejar tu burbuja de ignorancia; eventualmente llegará a ti. Es inevitable.
¿Qué puedes hacer? No te digo que salgas a la calle y te les enfrentes con palos y piedras. Tampoco sirve de mucho si das “like” a unas cuantas páginas que piden la renuncia de Medina. Es también poco benéfico que salgas a marchar con nada más que un nudo de sentimientos encendidos por una confusa indignación.
Todos esos actos han dejado de ser suficientes desde hace mucho tiempo. El mecanismo bajo el cual funciona la sociedad en que vivimos no permite que estos actos simbólicos se conviertan en resultados, al menos no por ahora. De nada sirve que miles de personas griten consignas de libertad mientras millones más no saben de lo que están hablannegocios por unos cuantos millones de pesos es porque pueden hacerlo; porque a nadie más le importa mientras ese negocio no sea el propio.
Por ello lo vuelvo a repetir. Aunque esta guerra no sea “tuya”, aunque su resultado y consecuencias no te importen, aunque prefieras ignorar tu realidad o simplemente te de miedo dejar tu burbuja de ignorancia; eventualmente llegará a ti. Es inevitable.
¿Qué puedes hacer? No te digo que salgas a la calle y te les enfrentes con palos y piedras. Tampoco sirve de mucho si das “like” a unas cuantas páginas que piden la renuncia de Medina. Es también poco benéfico que salgas a marchar con nada más que un nudo de sentimientos encendidos por una confusa indignación.
Todos esos actos han dejado de ser suficientes desde hace mucho tiempo. El mecanismo bajo el cual funciona la sociedad en que vivimos no permite que estos actos simbólicos se conviertan en resultados, al menos no por ahora. De nada sirve que miles de personas griten consignas de libertad mientras millones más no saben de lo que están hablando; dónde incluso cientos de esos miles tampoco entienden realmente lo que esta pasando.
Esta guerra, esta situación, esta violencia no te puede importar y mucho menos resolver si no la comprendes, si no la examinas, sino la reflexionas. Y no me cansaré de decirlo, detenerte un momento a pensar es lo primero que tienes que hacer para contribuir a terminar esta pesadilla.
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