Thursday, January 20, 2011

La Luna

Hay veces que siento que podría pasarme toda la eternidad escribiendo sobre la noche, la luna y tal vez… sobre las estrellas. El problema de las estrellas es que son demasiado brillantes y vanidosas. No importa lo lejos que se encuentren se niegan a dormir y a pesar de su indiferencia quieren cegarnos con su luz, incluso después de muertas.

Le quitan contraste a la luna, tan hermosa. Siempre lejos, siempre sola. A veces cuerda y a veces loca. Perfecta en sus formas y elegante en su vestir. La luna y la noche son una. Son brillo y sombra, muerte y vida, descanso e intensidad. Cuando se muestra llena nos vuelve locos con su mirada e insana invitación. Traspasa las nubes y vuelve translucidos los sueños. Blanca, naranja e incluso roja. Como cargada con sangre, pesada y floja. Se muestra descarada y riendo con malicia nos invita a matar.

Pero a veces sale incompleta, tímida, triste y blanca. Como cual novia olvidada en el altar, llorando sola y desamparada. Pura y frágil nos invita a tocarla y romperla. A ver la piezas caer y a oír a las nubes gritar. Pero de repente vuelve sonriente, de cabeza y burlona. Pintada de gris y oculta en la montaña. Escurridiza y fugaz como un fantasma que juega y baila con el viento, todo a la vez.

Cuando se aburre, desaparece. Se esconde en las sombras y observa desde su torre de espiral. Juzga, piensa y planea. Se encuentra a ella misma en soledad y al cansarse de su sola presencia conversa con el espíritu del invierno y las hadas de los bosques. La noche ahora es total y la oscuridad se ha apoderado del horizonte. Lejos, donde las llamas no alcanzan a desgarrar los contornos de las sombras, donde los árboles no suenan y las torres han dejado de crujir; ahí es donde conviven los espectros de la noche.

Sentados en la orilla del acantilado observan la pintura de la creación y su movimiento armónico controlado por leyes que la misma naturaleza se rehúsa a explicar. Ahí, en el silencio es donde los sentimientos suenan más fuerte y donde el viento prepara su sinfonía. Los colores pierden su identidad en la noche y las voces ganan el eco de la tranquilidad. Lo que se piensa es más profundo y lo que se siente más real. Lo que se ve más engañoso y lo que se escucha, muchas veces, es la verdad.

1 comments:

Anonymous said...

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