Friday, July 11, 2014

Textos y otros géneros musicales

Es extraño que al leer tus textos me remonte a una época en la que enamorarse  de espejismos virtuales era algo perfectamente aceptable. Extraño cómo son tus escritos y cómo es tu caminar parsimonioso por la vida.
Desde afuera pareciera que simplemente estas ahí, esperando a escribir una oración brillantemente extraña mientas te alimentas de jugos y bebidas saludables. La manera en que te burlas de la realidad me hace pensar que nunca jamás te has visto envuelta en ella.

Eres sabia e ignorante al mismo tiempo. Atinas como aquellos niños simpáticos que parecen saber de qué hablan al tiempo que ponen en evidencia su infantil irracionalidad. Eres un alma abrumada en la angustia y la genialidad del sentir inadecuado de las cosas.

Vives, si, en una fantasía completamente desapegada de nuestra estricta y limitada realidad. Eso lo reclamas con cada incoherencia que describes de forma brillantemente inocente. En tu mente, la esperanza de un presente basado en las curiosidades de la imaginación es la única realidad que vale la pena describir.

Conversar contigo era como platicar conmigo mismo. Era, en cierta manera, una extraña mirada al espejo de mi niño interior. Hablar contigo era perderme en los ojos de un fantasma, en la actitud de un espectro que únicamente sondea la realidad por su potencial mérito artístico. Salir contigo era caminar de la mano de un artista sustraído de la historia y el presente. Era como presenciar un ente recolectando colores, sentimientos y manifiestos para su próxima obra absurda y fugaz. Era el caminar invisible de un melancólico domingo de ligera embriaguez.

Y de repente te transformas en un ente diferente, en una alegoría estética de ojos grandes, brillantes y vacíos. Te vuelves, como sin pensarlo, en una representación de lo detestable y en reivindicación de una generación perdida en imágenes. Enjaulada en pretensiones de cristal y fotografías color ocre te vuelves, nuevamente, en deseo de emancipación artística.

Dejas la irreverencia de una oración absurda para convertirte en la estética de una imagen depurada, filtrada y, sorprendentemente, aún con corazón. No quisiera más que adivinar tu esencia, presenciar tu historia y potencializar el reclamo creativo de tu alma. Mi único anhelo es el verte desplegar el par de alas destructoras que te pueden separar de la mediocridad de nuestro suelo interpretativo.

Besarte es un delirio, imaginarnos es irreverencia existencial. Tus colores son cambiantes y los míos virtualmente inexistentes. Me he quedado atrás, como espectador, como flama y chispa que solo el viento de la filosofía crítica puede llegar a potencializar como la base de tu despertar quasi-divino.


Eres (y son) lo que era (y no somos). Eres (y son) el caleidoscopio que reclama irrealidades de símbolos de colores vivos y manifiestos de trascendente emancipación.  Son el amor de la vida del mundo y otro hermoso espejismo en mi desértico andar.

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