Friday, August 21, 2009

Desde arriba

Y aquí voy de nuevo. Cuidadosamente me acerco a la pendiente de esa engañosa rampa pintada de azul y balanceándome en un solo pie, me asomo al horizonte cubierto de nubes y ríos. Me gusta ese sentimiento de inevitabilidad. Un pequeño empujoncito y no hay nada más que hacer… más que comenzar.

Todo inicia de forma repentina, pero muy tranquilamente. Por medio del frágil toque del viento me doy cuenta que voy ganando velocidad. Todavía es muy pronto para voltear a los lados, por lo que me concentro en mantener el equilibrio. Me deslizo sin problemas y con una extraña comodidad. No hay mucho que ver más que la espesa niebla que se desvanece al contacto.

Creo que la rampa cambió de color, pero voy tan rápido que me es irrelevante. Ahora puedo oler el pasto y la tierra mojada. La humedad alerta a mi cuerpo y entonces me lleno de infantil anticipación. Segundos después la lluvia adorna mi cara y cubre mis ojos como lágrimas eufóricas de intrincada felicidad.

Cierro la boca para no ahogarme. Cierro los ojos para no sentir. Y es aquí donde empiezo a recordar. Con mis sentidos inutilizados por las circunstancias de mi extraño viaje comienzo a visualizar eso que realmente no está aquí. Y ya sea por un capricho psicomotor o por la naturaleza de mis ideas, lo único que aprecio son líneas de colores que van aún más rápido que yo.

Ahora tengo un poco de frío y el viento se ha tornado ensordecedor. Las nubes cargadas de lluvia han quedado atrás; pero aún me encuentro muy por sobre el nivel del mar. Limpio mi rostro e intento reconocer en qué punto de mi recorrido me encuentro. Esta vez puedo ver las montañas y muy a lo lejos, un tímido rayo de sol. Mi cuerpo se ha acostumbrado a la rapidez de mi descenso; aunque cada vez batallo más para concentrarme.

El paisaje es hermoso, pero la rampa parece resentir mi falta de atención y ahora presenta extrañas irregularidades en su relieve. Con destreza, pero considerable dificultad, me mantengo en pie. Mi corazón comienza a acelerar su ritmo, y pronto es lo único que logro escuchar. Ahora me doy cuenta de que tengo miedo. Un sentimiento de angustia recorre mi cuerpo acompañado de un cruel escalofrío. La confusión se apodera de mí y pierdo estabilidad. No pienso en nada.

Entonces sucede. Pierdo el piso y comienzo una estrepitosa caída libre. Entro en pánico y comienzo a gritar tantas cosas y con tan poco sentido que unos cuantos segundos después me doy cuenta de lo patético de mi propia situación. Me tranquilizo un poco y nuevamente cierro mis ojos.

El viento intenta salvarme, empujarme de vuelta a la seguridad de mi plano inclinado. Pero ya no tiene caso. Ahora caigo sin restricciones, sin limitantes, sin referencia. Desorientado; pero definitivamente un poco más libre. Finalmente el objetivo era bajar… y ahora lo hago con más rapidez.

Con un impulso de fugaz esperanza abro los ojos como si acabara de despertar. Con toda la intención de que ese veloz movimiento de mis párpados terminara este extraño episodio a manera de sueño; efímero y frágil. Obviamente no fue así. Y entonces me sentí terriblemente aburrido, como si no tuviera ya nada que hacer. Segundos antes una abrumadora ansiedad había llenado todo mi cuerpo al percibir lo inevitable del próximo final. Un extenso y ágil cuestionamiento interno me hizo descubrir mi terrible falta de propósito y espiritualidad. Pero ahora ya no pensaba más que en el dulce y reconfortante final de esta extraña aventura.

Para hacer uso de los escasos segundos que me quedaban gire mi cabeza buscando la rampa que hasta hace muy poco había guiado mi vida. La inusual cantidad de nubes en la zona no me permitió identificarla de inmediato; pero reconocí su ahora divergente trayectoria con nostalgia. Por un momento sentí una necesidad de retornar a su lado; sin embargo, dentro de mí, sabía que ya había agotado su utilidad.

Note entonces que ya todo se encontraba muy callado. Por lo tanto, me di a la tarea de pensar en una linda melodía para acompañar mi final. Quise imaginarme algo con tintes heroicos, casi militares. Incluso llegue a visualizar a la banda marchando en espiral alrededor del pilar que dibujaba mi caída. Ahora, pienso en una tonada más dinámica, aunque menos sofisticada. Se encontraba más a la par con el ritmo de mi corazón. Pero le falta alma… le falta sentimiento.

La densidad el viento ha cambiado. Y debajo de mí puedo ver el hipnótico color esmeralda de un mar sin nombre. El aroma es delicioso y su movimiento encantador. Por ello me llené de tristeza. Jamás en la vida me había sentido tan miserable… tan vivo. Pero no sé, no entiendo porque estoy comenzando a llorar, a sollozar como un niño desesperado… No, esto es diferente. Es un llanto verdadero. Creo que empiezo a entender.

Ya no queda mucho tiempo; pero lo sublime de este momento es suficiente para una eternidad. Es un vacío tan miserable que es casi reivindicador. Una absolución al pecado de mi propia ignorancia. Qué bueno que así terminen las cosas; con esa ilusión poética de humanidad. No me despido, porque simplemente he vuelto con quienes me vieron partir.

4 comments:

'ElectroPOP ♥.' said...

y la espantasuegras estaaa....??

Fede Fiesta said...

puuuuuuuuuuuuuuues.... se quedo en el post anterior y en el del futurooo.

Es como ya me da flojera updatear mi blog "serio" el factor espantasuegra sufre a veces...

Pinkrobot said...

amigo, aqui no hay fiesta, puras tendencias suicidas nomás, no me hagas ir a clausurar tu ventana!!

por cierto que si leyeras mi kundera, tendrías que decir más sobre este tema ;);)

Fede Fiesta said...

tendencias suicidas? jajajaja nada de eso maestrooo.

"Apunteleeeee bien"

Ese Kundera tiene casi como 6 años en mi "to read list", I think is time now...